¿Hialurónico, glicólico o mandélico?: el ABC de los ácidos faciales y por qué pueden usarse en verano
La sola idea de pensar en la aplicación de ácidos en el rostro denota peeling, descamación, renovación de la piel. Y denota -erróneamente- invierno.
Lo cierto es que se trata de productos imprescindibles en la rutina de belleza durante todo el año. Aunque cierto es también que deben utilizarse siempre bajo indicación de un especialista.
“La gente cree que cuidarse el rostro y ponerse en manos de un especialista para mejorar la calidad de la piel, el fotodaño, tratar manchas o simplemente reducir los efectos del paso de los años sólo puede hacerse a partir de marzo porque el verano es prohibitivo para hacer tratamientos con ácidos, y esto no es así”. Así comenzó a explicar a Infobae la médica dermatóloga Irene Bermejo (MN 60438), quien remarcó que “no todos los ácidos están en la misma categoría”.
Y tras asegurar que “los ácidos son renovadores de la piel, y la piel para poder renovar capa epidérmica, capa córnea, esa piel envejecida y engrosada por el paso del tiempo, el sol y todos los demás factores que contribuyen a la oxidación requiere de la presencia de ácidos”, la especialista hizo hincapié en que “no todos los ácidos son fotosensibles, es decir, no todos los ácidos deben suspenderse en verano”.
A su turno, la médica dermatóloga Lilian Demarchi destacó que “a partir de los 30 años, los signos del paso de los años empiezan a manifestarse, la renovación celular empieza a ser más lenta, y a esto debe sumarse el efecto del estrés, la contaminación y la gran exposición solar que sufre la piel. Por esta razón es el momento ideal para empezar con tratamientos que renueven y mejoren la calidad”.
Para ella, “el primer paso siempre es la consulta con el dermatólogo, realizar un examen personalizado que permita al especialista evaluar el tipo de piel y sus necesidades, si está dañada por factores ambientales, si presenta manchas, si es hipersensible, si tiene acné, entre otros factores”. “No es necesario presentar una patología para utilizar ácidos o realizar peelings. La mayoría de las veces se los usa para mantener la belleza en pieles sanas”, enfatizó Demarchi.
“Es importante preparar la piel incorporando cremas dermatológicas o antiage con diferentes tipos de ácidos -explicó-. La elección del ácido va a depender de la edad del paciente, su tipo de piel y también de la problemática a tratar”.
Los ácidos y el verano
“Los alfahidroxiácidos son ácidos no fotosensibles que pueden usarse de enero a enero”, apuntó Bermejo, quien amplió: “Dentro de la familia de los alfahidroxiácidos se encuentran el ácido glicólico, el ácido láctico, el ácido málico, el ácido mandélico. Todos ellos conforman diferentes moléculas con diferente grado de penetración y posibilidad de irritar la piel”.
En opinión de la especialista, “el ácido más conocido dentro de esta familia es el ácido glicólico, que tiene una molécula pequeña que penetra en mayor profundidad y entonces genera una mayor renovación de la piel”. “También es cierto que si no se usan humectantes y protector solar sobre este ácido puede producir irritación, que nada tiene que ver con el verano sino que tiene que ver con el resecamiento de la piel”, señaló, al tiempo que ahondó: “En cambio, ácidos como el láctico o mandélico son de moléculas más grandes, quedan más en superficie, provocan un efecto renovador más suave y ligero pero son menos agresivos a la hora de pensar en una irritación”.
De todas maneras, Bermejo insistió en que “cualquiera de éstos pueden ser utilizados de enero a enero, acompañados de humectantes, protector solar, antioxidantes como la vitamina C, la melatonina o la vitamina E y entonces todo en su conjunto va a contribuir a la renovación de la piel del paciente durante todo el año toda su vida”.
En opinión de Demarchi, “el pool de ácidos que se recomienda incorporar en esta época del año es amplio y una de las características es su potencia”. Uno de sus elegidos es la vitamina C, o ácido ascórbico, “por ser un gran antioxidante y aliado de la piel en esta época del año”. Y sumó: “También el ácido mandélico, ácido lactobiónico, glicólico; la clave será cuidar la piel con protector solar y siempre asesorarse con un dermatólogo para ver las concentraciones y lo que cada piel necesita”.
El ácido hialurónico, un siempre vigente
Cristina Pascutto es médica dermatóloga de Eau Thermale Avene y ex presidente de la Sociedad Argentina de Dermatología (SAD), y ante la consulta de este medio recalcó que “el ácido hialurónico trabaja de una manera diferente al resto de los ácidos ya que se trata de una sustancia que contiene la dermis en forma natural y tiene la propiedad de captar agua”. “Podemos decir que es una ‘esponja molecular’ que permite mantener y conservar el agua de la piel”, ejemplificó.
Por otro lado, para la especialista, “es un componente importante para todo lo que tiene que ver con el desarrollo celular: participa en la remodelación del tejido conectivo, el mantenimiento de su arquitectura, participa en la formación de vasos sanguíneos, es hidratante para la superficie de la piel”. “A diferencia de los otros ácidos como el salicílico, láctico o mandélico que trabajan a través de una estimulación del recambio epidérmico a nivel de la superficie de la piel”, enfatizó.
Rutinas de cuidado: claves para una piel sana
“La rutina de cuidados diarios comienza por la mañana con la limpieza de la piel, seguido de la crema humectante y el protector solar. Recordemos que el protector solar es el mejor antiage, aunque nos quedemos en casa o salgamos poco; lo ideal es incorporarlo los 365 días del año”, subrayó Demarchi.
La especialista continuó que “por la noche es importante limpiar la piel antes de acostarse, ya que ese hábito ayuda a eliminar impurezas y previene que se tapen los poros”. “Con la piel limpia, se aplica la crema antiage en todo el rostro, excepto el área de párpados, para donde se recomienda una crema específica para el contorno de los ojos”.
A la hora de elegir una crema antiage que incorpore ácidos, Demarchi insistió que ésta “debe ser indicada por un dermatólogo, ya que no es lo mismo una persona con piel normal, piel grasa o el que tiene piel sensible o rosácea que no va a tolerar un producto que contenga por ejemplo ácido retinoico”.
“Siempre la indicación es empezar con los ácidos más suaves y a medida que la piel los va tolerando incorporar los más fuertes -aclaró-. También se pueden combinar o alternar potenciando así su efecto. La clave siempre es respetar los pasos clásicos: limpiar, humectar, fotoprotección”.
La yapa: cómo reconocer el tipo de piel
Demarchi sintetizó que, a grandes rasgos, las pieles pueden clasificarse en:
- Sensible: puede enrojecerse y arder luego de aplicar los productos.
- Normal: es tersa y no sensible.
- Seca: es áspera, se descama y produce escozor al usar productos.
- Grasa: brillosa, se la ve grasa.
- Mixta: combina áreas de piel seca y grasa.
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