Firmas de Bizkaia Una santurtziarra afincada en Madrid crea los bolsos que solo entendemos en Euskadi
SARAI VÁZQUEZ
A Diana González, la pandemia le sirvió de punto de inflexión. Durante aquellos meses de incertidumbre, esta santurtziarra de 31 años apostó por reinventarse y fundar su propio proyecto, que compagina con su trabajo como diseñadora gráfica en una firma de moda. Ansiaba involucrarse en un negocio que realmente la representara y que contara su historia: «Cuando llegué a Madrid hace 8 años, decía palabras como 'larri' o 'xirimiri', la gente no me entendía. Me contestaba: '¿qué dices?' Fue chocante que no se comprendiesen términos que para mí tienen un significado bonito». ¿Y qué pasa cuando un vasco conoce mundo? Pues que su forma de hablar y de vivir traspasan fronteras; y así ha sido. Las bolsas de tela y los saquitos que crea esta joven emprendedora ponen en valor aquellas palabras que solo entendemos en Euskadi. Y, de hecho, el nombre de su marca de accesorios, 'Peligorri', encaja a la perfección: «Sí, soy muy pelirroja. Ahora hasta mis amigos madrileños me dicen: ahí viene la 'peligorri'».
Plasmó en bolsas de tela de algodón orgánico términos como 'Txirimiri', la llovizna que nos cala a los bilbaínos buena parte del año, o 'Galerna', el temporal de agua y viento que impide que podamos abrir el paraguas. «Tuve facilidad a la hora de encontrar los proveedores con los que quería trabajar porque llevo seis años dedicándome al sector de la moda», aclara. Sus artículos requieren un laborioso proceso de trabajo en el que pasado y presente se dan la mano. Una vez que tiene en mente una «palabra potente», Diana idea con el ordenador los diseños y luego los lleva a cabo con técnicas tradicionales, como la serigrafía, en el taller que ha establecido en su pequeño piso del barrio madrileño de La Latina. «En casa tengo todo lo necesario para hacer mis accesorios: desde el tinte natural para tela o las etiquetas hasta una máquina de impresión de serigrafía portátil», cuenta. Vuelca su energía y conocimientos en sus creaciones: «Todo pasa por mí, ese es el encanto de tener una marca pequeña». Pero no todos los diseños le llevan el mismo tiempo, depende del grado de dificultad. «Empecé con unos modelos sencillos, pero he ido complicando la cosa. Hasta he sacado una edición limitada con estampado 'tye dye' hecho por mí», cuenta.
El proyecto de Diana, se cristalizó hace dos meses, cuando creó una cuenta de Instagram para la marca. Se trata de un escaparate virtual donde ofrece, por el momento, seis modelos. Destaca uno en el que se puede leer: 'La vida es demasiado corta para estar larri'. Cuestan desde seis euros hasta 16. «Quería que todas las personas se los pudieran permitir».
En un principio, vendió sus bolsas de tela y saquitos entre sus amigos y conocidos. «Que te compren algo para regalar quiere decir que les ha gustado mucho», indica emocionada. También fue «una emoción brutal» que hace unas semanas una chica de Elorrio le comprase una de sus originales bolsas o que se interesase por ellas una bilbaína afincada en Valencia. De hecho, ya ha tenido que reponer sus bolsas de tela, que son un lienzo en blanco para ella: «Compré una tirada pequeña, de 25 unidades, y he tenido que pedir cuatro más», celebra.
Desde que Diana fundó su firma, siempre lleva un cuaderno encima por si la inspiración aparece en cualquier momento. «Muchas veces, le pregunto a mi chico, que es madrileño: '¿Eso aquí se dice así?' Si me dice que no, lo apunto para crear más diseños», cuenta. Otras veces repara en nuevos términos cuando está tomando algo con su cuadrilla en Bilbao o con sus padres en su casa de Santurtzi. No hay que dejar pasar la ocasión de encontrar esos pequeños tesoros en forma de expresiones que solo entendemos en Euskadi.
Diana adelanta que la página web no tardará en llegar: «Va a ser mucho más práctica que Instagram». Y ya piensa en nuevos modelos. «Tengo pendiente un diseño con la frase 'aiba la ostia'», avanza. Además, seguirá formándose en diferentes técnicas, como el bordado, para poder elaborar nuevos saquitos y bolsas de tela. «Tambíen me gustaría estampar mis piezas..., por ejemplo, con la baldosa de Bilbao dándole otro aire», concreta. Esta 'peligorri' afincada en Madrid también sueña con regentar un estudio-taller propio en el que idear y vender sus originales complementos. Todavía no sabe en qué ciudad, pero, en el fondo, el xirimiri le tira: «Soy de allí, tengo allí a toda mi familia y a mi pareja le encanta el norte, creo que será en Bilbao».
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