Entrevista a Enrique Krauze: “La mejor vacuna para que Boric no caiga en la demagogia populista es aprender de las lecciones del siglo XX”
Para Enrique Krauze el triunfo de Gabriel Boric marca un quiebre generacional que despierta varias interrogantes para América Latina. “El gran desafío de Boric está en inventar al Boric del futuro”, sostiene vía zoom desde su casa en México. Autor, entre otros, de libros como Redentores y México, biografía del poder, el historiador y ensayista mexicano es un severo crítico del chavismo y de la izquierda populista de Manuel López Obrador, con quien ha tenido duros enfrentamientos en los últimos años. Por eso, citando a Ortega y Gasset, dice que espera que el futuro presidente de Chile sea de “la generación que funda y no de la que rompe”. Pero para eso, agrega “tiene que aprender de los horrores del siglo XX, porque no puede un joven que es la promesa de la democracia republicana de izquierda de América Latina y Chile olvidar las lecciones del siglo XX”.
¿Cuál es su primer análisis, su primera reflexión, frente a los resultados de la elección en Chile y de lo que viene?
Los chilenos ojalá entiendan y valoren la peculiaridad de su historia en América Latina. Como todos los pueblos latinoamericanos somos expertos en autflagelarnos, no es fácil que lo valoren. Siempre se dice, es muy fácil formularlo, es más difícil practicarlo. Pero yo me he asomado a la historia latinoamericana en mi vida y puedo decir que desde la fundación, desde Portales y Bello esa formación republicana, esa lenta formación de una tradición republicana en Chile es algo que está operando hasta el día de hoy. No tienen idea la envidia que me dio a mi y le dio a muchos latinoamericanos la reacción de Kast frente al triunfo de Boric. Los resultados fueron rápidos, claros, contundentes y lo mismo la respuesta del que perdió diciendo “gran victoria”, usó esas palabras. Y de parte de Boric, que él va a gobernar para todos los chilenos. He visto la cobertura periodística, y también siento una gran envidia, porque ahí hay una especialización, una sofisticación, un detalle, una inteligencia en el debate público que no la hay en otras partes de América Latina. En suma, no está allí presente, creo, la cultura caudillista, la cultura de un estatismo ciego enorme, no la veo y celebro eso. Por eso, lo primero, por favor, para animarse a lo que viene, estudien historia chilena y hagan historia comparativa de América Latina y véanse en el espejo de países que desgraciadamente han tenido una trayectoria mucho más difícil por el peso de la tradición monárquica, de la tradición caudillista o de las ideologías en América Latina. Vamos a ponerlo así, hay una metáfora de la historia latinoamericana en el hecho de que el venezolano Bello haya vivido en Chile y no en Venezuela, así la veo yo.
¿Ve más riesgos o más oportunidades en el próximo gobierno de Gabriel Boric?
En primer lugar yo me tomo muy en serio la palabra generación, aquí hay una nueva generación y hay que tomarse muy en serio la palabra generación y el significado de una nueva generación. Ortega y Gasset habla mucho de las generaciones y dice que las generaciones tienen un ciclo de cuatro estaciones: la que funda, la que consolida, la que critica y la que rompe. Yo quisiera, sin entrar en detalles, que Boric fuera la generación que funda, no la que rompe.
¿Que funda qué?
Que funda una nueva izquierda democrática en América Latina, porque se trata de fundarla. No existe en América Latina, ni ha existido desde 1959 plenamente, genuinamente -más que ciertos destellos- una izquierda democrática. Es la izquierda que representó Teodoro Petkoff. Yo creo que es la izquierda que representaba Allende, aunque Allende es un tema complicado, tenía también una pulsión ideológica que condicionó su gestión. Yo fui muy allendista, profundamente antipinochetista, por lo cual nunca habría votado por Kast. Quiero pensar que es una nueva generación. En concreto lo definiría de este modo: qué bueno que se distanció de la izquierda dictatorial de Venezuela, Cuba y Nicaragua. Pero que esa declaración no sea sólo eso, que no pare sólo en una declaración, sino en una crítica y autocrítica real de cómo fue posible que el sueño de Martí, de un progreso, de una independencia, de una república, terminara por ser una réplica de la Unión Soviética. Pero también quisiera que esa nueva izquierda, que podría representar Boric y su generación, tomara distancia de la izquierda populista en América Latina. No es solamente Castro, la dinastía de los Castro, o Nicaragua, porque ahí no hay populismo, ahí hay dictadura pura y dura, igual que Maduro. También ver lo que está pasando en México con los ojos abiertos, porque no es con esa izquierda populista, autocrática, con tendencias tiránicas, antidemocráticas, con la que se tiene que identificar. Este es el primer mensaje, ojalá dé inicio a una nueva etapa, a una generación fundadora de una izquierda democrática, distanciada de la izquierda dictatorial, pero también de la populista.
Pero hay sectores en la coalición de Boric que no son tan críticos con Venezuela o Nicaragua. ¿Ve riesgos de que finalmente caiga en esa otra izquierda?
Sí hay riesgos, pero me gustó que dijera, dejemos ya el doble rasero (el doble discurso). Eso me gustó, porque recuerdo muy bien cómo en los años 70, por ejemplo, se hablaba de los crímenes de Pinochet, pero no se tocaba ni con el pétalo de una rosa lo que pasaba en Cuba o la Unión Soviética. Eso era muy común. Yo por mi parte escribí contra Pinochet, directamente contra Pinochet, abiertamente, pero también critiqué los crímenes de Cuba y de la Unión Soviética. La ideología buena o mala no lo justifica. El fin no justifica los medios y no hay ideologías que tengan buenos muertos o malos muertos, todos son muertos. Sí, existe ese peligro, pero yo quisiera que Boric –y mira que estoy hablando de una nueva generación- de veras estudiara el siglo XX, se asomara al siglo XX. Tiene que escuchar la voz de los horrores del siglo XX para inaugurar una nueva izquierda en el siglo XXI. Hubo no uno sino dos totalitarismos, el nazi y el comunista soviético. No olvidemos la gran promesa de redención que fue la Revolución rusa y en qué terminó. No puede un joven, que es la promesa de la democracia republicana de izquierda en América Latina y en Chile, olvidar las lecciones del siglo XX. La mejor vacuna para evitar que Boric caiga en la demagogia populista de varios países de América Latina o en un régimen dictatorial como los que he reprobado ya, es aprender las lecciones de los horrores del siglo XX.
Más sobre LT Domingo
¿Por qué cree que sectores de la izquierda de América Latina derivaron hacia modelos como el venezolano o el nicaragüense, o hacia modelos populistas?
Por la falta de crítica con respecto a Cuba. El pecado capital de la izquierda en América Latina desde los años 70, 80, 90, con el cual tiene mucha responsabilidad Estados Unidos porque dejó solos a los liberales y a los demócratas de este continente, fue no ver de frente la realidad de Cuba. Esa es la razón por la cual Chávez y López Obrador y todos los populistas de América Latina siguen teniendo a Cuba como si fuera la meca religiosa de esa ideología mesiánica. El proceso de autocrítica que vivió la izquierda en Europa, en Italia, en España, en Francia, en Alemania, no lo tuvimos en América Latina y esa es la razón, una de las razones por las cuales la izquierda encontró esa mutación, ya no sólo dictatorial como Maduro o como Ortega, pero también populistas con tendencias claras hacia la dictadura como en México.
¿Cuál cree que podría ser un referente para Gabriel Boric, del cual sacar lecciones?
Me gustaría que Boric pensara en la España de 1976, cuando del pacto de la Moncloa sale una izquierda que había venido del marxismo, como Felipe González, y lleva a España a un nivel bastante envidiable, digan lo que digan los españoles, que son otros que no saben entender su pasado. El gran desafío para Boric está en inventar al Boric del futuro. Él no tiene más que voltearse adentro de sí mismo, a las lecciones del siglo XX, a la historia chilena y darse cuenta que no hay salida para la izquierda en el populismo ni en las dictaduras, sino en la democracia. Y me gustaría hacer una mención aquí a algo que tiene que ver con su discurso internacional. No me gusta que Boric haya hablado de Israel como un estado genocida. Yo vengo de una familia de judíos polacos y tengo muchos muertos en mi familia como para no sentir dolor cuando un joven como él tiene que emplear ese tipo de palabras que no pueden utilizarse. Yo soy un crítico veroz de la política de Israel con respecto a los palestinos, lo soy desde 1976, que quede claro. Siempre desde la revista Vuelta insistimos en la necesidad de los dos estados, insistimos incluso en la devolución de los territorios ocupados, insistimos en que la política de ocupación iba a desembocar en una situación irrespirable, inadmisible en términos de derechos humanos, de apartheid en cierta forma. Pero tampoco podemos cerrar los ojos a la tragedia de los judíos en el siglo XX y precisamente porque no lo cierro le reclamo al señor Kast que no haya hablado abiertamente –si habló, me retracto- como muchos hijos de oficiales del Ejército alemán, diciendo claramente que se trató de la máquina de muerte más atroz que haya creado la humanidad. Por eso mismo, yo le digo al señor Boric, que una cosa es tener una postura clara en defensa de las causas de la libertad y justicia en Medio Oriente y otra cosa es atacar a Israel con palabras que usaría Hugo Chávez. No olvide el siglo XX señor Boric. No fueron a Israel por el fin de semana, eran refugiados que no tenían donde ir después de la muerte de seis millones de personas, incluido 1 millón de niños. Yo no soy un ortodoxo, ni siquiera creyente, ni nacionalista, ni ritualista, yo soy un escritor mexicano y latinoamericano ante todo. Por eso, lo llamo a refexionar sobre eso.
Cree que hay, como decimos aquí en Chile, un cierto “buenísmo” en un sector de la izquierda que a veces los lleva a mirar con excesiva ingenuidad algunos temas.
Es muy buena esa palabra que yo no había oído. La palabra “buenísmo” es una palabra buenísima. Hegel hablaba de las almas bellas, que son almas enamoradas de su propia belleza moral, como si se vieran en el espejo cada mañana y dijeran “apenas puedo creer mi propia bondad”. Bueno, no. Estás hecho de una pasta imperfecta como todos. La política es ruda, está hecha de la materia imperfecta que somos los seres humanos. Mi sugerencia es leer a Max Weber, La vocación del político, esa es la gran lección de siglo XX que el siglo XX olvidó. No, el camino no está en el enamoramiento de sí mismo y en los fáciles eslogans de los buenos y malos, está en la responsabilidad, en la mesura, en la ingeniería social. Aumentar impuestos, muy bien, pero no para engordar el Estado, sino para hacer un Estado más eficaz que realmente sirva a los más necesitados, no al propio Estado. Hay grandes lecciones del siglo XX que el señor Boric puede aprovechar.
¿Qué consejo le daría a Boric?
Si yo pudiera mandarle un mensaje le mandaría este: Felicidades presidente Boric, que su gestión refute en el siglo XXI el horror del siglo XX del cual Albert Camus fue el más lúcido testigo… Y hasta ahí llego, porque me di cuenta que en su cuenta de twitter Boric tiene una cita de Albert Camus. Señor Boric, si usted de veras lee a Albert Camus estamos ante una nueva izquierda en América Latina.
Comenta
Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.