El papelillo olvidado
Hace ya dos años, aquellos papelillos desaparecieron de manera momentánea de nuestras vidas. Las mascarillas ocultaron las risas y condenaron al ostracismo al pito de caña. El tan temido cartel de tabernas donde una señal de prohibido cercenaba el cante, se había instaurado en nuestras vidas, sin más defensa posible que verlas de venir. Y ahora que cada tradición espera su momento grande, en ese proceso de descongelar los alimentos para que estén bien y no pierdan sabor para cocinarlos, nuestra carnaval no ha tenido esa Magna para decir que Momo sigue vivo y con test de antígenos negativo para adueñarse de febrero.
Desolado tras el comentario de mi madre al preguntarme hace unos días si este año había carnaval en nuestra ciudad, comprendí que Momo seguía al fondo del cajón al lado de esos guisantes ya veteranos en el congelador. Que nos habíamos olvidado todos de ponerlo al sol lánguido de enero para que se fuese despertando y trajese la maldita alegría a cada rincón de la muy leal y noble.
Sigo sin entender cómo a estas alturas, el gran cartel de nuestro Luis no se pelea con los anuncios de ropa interior o comida rápida de nuestras marquesinas o como en la Panificadora Virgen de Los Remedios no hay un cartel colgado que anuncie las fechas donde el pueblo canta verdades y en cambio ya hay tres o cuatro carteles de Cristos con mucha sangre en alegre intromisión eterna de fechas que tiene el mundo cofrade en esta ciudad.
No entiendo cómo no se ha podido contar, grabar o emitir la verdadera lucha valiente de la vida contra el COVID que han sido los ensayos de los grupos de carnaval de nuestra ciudad, provincia y comunidad. Parece que no han existido ensayos con mascarillas o por móviles, parece que no se han robado horas a la familia o al descanso. Parece que no ha parecido.
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— Geri Chaffee Wed Feb 03 19:48:10 +0000 2021
No puedo creerme que una fiesta que quiere ser La Fiesta, sea capaz de sacrificar su día grande sin más. Sin una alternativa, sin una lucha, puestos a defender esa fecha de celebración que entra en Cuaresma. Se pretender crecer porque tienes a niños de vacaciones sacrificando el sábado donde la ciudad bajaba a dejarse llevar por murgas, comparsas, Dioses y Diosas y Drag Queens, haciendo que las flores inundaran el baile de mascara de la alta sociedad que era la propia ciudad. Qué necesidad hay de cambiar fechas si luego acabas perdiendo la esencia.
A perro flaco todo son pulgas y la pandemia ha servido para ralentizar una especie de renacimiento en los grupos de canto sobre todo en comparsa. En el último concurso las letras a Málaga fueron mayoría y continuadas. La comparsa recobró el pulso del aficionado y nos trajo sueños de grandes noches futuras con duelos entre los dos Gutiérrez. Consagró a Godoy y la provincia volvió a dar la cara dejando claro la calidad. Este año es el año de agradecer. Es imposible hacer una valoración negativa de los valientes que se suban al teatro. Así que solo queda disfrutar.
No sé si por parte de la fundación o por parte de la asociación de autores o distintas asociaciones afines seamos capaces de darnos cuenta de que menos Fitur y más Barrio del Perchel. El Carnaval de Málaga es un enfermo que acaba de darse de alta y tiene que recuperar músculo. Y el músculo se recupera con acciones claras y concisas. Solo una previa gastronómica con un buen presupuesto que haga del Perchel un grito de barrio que luche contra la gentrificación. Una orquesta de feria o por qué no un grupo de carnaval afamado más las actuaciones locales una semana antes del concurso con su barras de precio populares que haga que se llenen de mesas y alegrías las paredes de Ancha del Carmen. Centrémonos en un acto grande.
Publicidad, publicidad y más publicidad por toda Málaga un mes antes. Machaque absoluto a la población. El carnaval no es Twitter. No lo es. El carnaval es la ciudad y no puede ser que no se sepa ni siquiera las fechas sino que ni se celebra. Debe volver la programación en medios sobre el carnaval. Hay que insistir y ser pesados. El carnaval de Málaga no se muere. No. Esa cantinela anual debe desaparecer de nuestra boca. El carnaval de Málaga no puede ser unos altos hornos que se llevan a otra comunidad. Unas vides que se las come la filoxera o un equipo que desaparece por deudas. Me niego. Hay que replegarse para volver a coger músculo. Y todo se inicia en este 2022.
Disfrutemos. Vivamos que la ciudad nos espera porque tiene unas inmensas ganas de encontrarse con si misma. A pesar de los pesares, Momo vuelve y con ganas.