El nuevo streetwear | GQ LargeChevron Menu Close Facebook Instagram Twitter YouTube Pinterest Facebook Twitter Pinterest Facebook Instagram Twitter YouTube Pinterest LargeChevron
Por Fernando Carrillo
Nos queda claro que la calle es el principal laboratorio de la moda y que existe una fijación por las subculturas que han dictado a las marcas cuál será el siguiente capítulo en su historia. Aquí te decimos a qué se debe esa obsesión y quiénes son los principales cómplices de la nueva revolución del streetwear.
Estados Unidos, 1981. Una nueva década empieza. La situación económica del mundo es desfavorable. Jimmy Carter brinda su último reporte económico como líder de la Unión Americana, mientras que Donald Reagan se prepara para iniciar su periodo como Presidente. Al mismo tiempo, en las calles de Harlem, Queens, Staten Island y el Bronx, en Nueva York, se refuerza la historia de la cultura del hip-hop como un movimiento artístico y cultural, con el surgimiento de bandas como Beastie Boys, Public Enemy y Run - D.M.C., esta última, responsable de iniciar la primer conversación entre música y sportswear, al revitalizar los icónicos Superstar de Adidas, creados originalmente en 1969, con sólo llevarlos puestos. Cinco años más tarde, lanzarían la canción "My Adidas", primer sencillo de su tercer álbum, Raising Hell, lo cual no sólo significó un acuerdo millonario con la marca, sino que lograron reforzar el concepto de lo que expresaban a través de sus canciones: llevar a la calle un estilo de vida que funcionara como una sólida expresión social y un himno de juventud, rebeldía y libertad, que se manifestaba a través de dos grandes fuerzas: el streetwear y la música.
Algo similar ocurría en ese mismo momento en la Costa Oeste de Estados Unidos. El furor del surf, el skateboarding y aquel intercambio multicultural que surgía entre el eco del reggae, punk y hip-hop, despertó en una generación de jóvenes y adolescentes la necesidad de tener un estilo propio que hablara de la mezcla cultural que había surgido en las calles de Los Ángeles y San Francisco. Un diálogo que respetaba códigos de vestimenta de acuerdo a su vecindario y se burlaba de la moda dirigida a la clase alta. En 1984, Shawn Stüssy y Frank Sinatra Jr. se asociaron para crear Stüssy, una firma enfocada en hacer ropa para las subculturas de la calle, reinterpretando y jugando con logos de importantes casas de moda, utilizando las dos iniciales del fundador (SS) como el clásico logo de la casa francesa, Chanel (CC). En una entrevista para The Business of Fashion, Sinatra Jr. recordó una anécdota que ocurrió a finales de los 80, cuando Shawn tomó el patrón de Louis Vuitton y la bautizó "Stu-ey Vuitton", marcando el inicio de la simbiótica relación entre la moda de las calles y la alta moda.
"América siempre ha progresado a través del cambio. Hemos tomado las oportunidades que nos brinda para renovarnos y construir nuestra prosperidad", así iniciaba el discurso de Bill Clinton, en su reporte económico de 1994, como mandatario de la primera economía del mundo. La idea de buscar el éxito mediante el cambio, llegó a toda una nación y fue ese mismo año que un joven, llamado James Jebbia, revolucionó la forma de consumir el estilo de vida que ocurría en las calles, al abrir una pequeña tienda en Lafayette (Downtown Manhattan) llamada Supreme. La construcción de la marca está ligada a la esencia que habita en la cultura de skateboarding; al tiempo que ha incorporado arte dentro de la cultura de moda urbana, con colaboraciones con artistas como David Lynch y Damien Hirst.
El efecto de oferta y demanda ha regido la forma en la que se consume y opera Supreme (y cualquier otra marca de esta naturaleza). Una producción controlada y sólo cinco puntos de venta en todo el mundo para una firma con exposición global, la posicionan como un producto deseado y difícil de obtener. Si a todo lo anterior añadimos la influencia de las redes sociales y el alcance que se obtiene a través de la era de Instagram, descubriremos que la razón de ser con la que surgieron las marcas de streetwear: esa de ser himno de juventud y libertad, continúa presente, aunque hoy su audiencia es mucho más joven, con capacidad de reacción inmediata, de compra y con una enorme búsqueda de aceptación y cambio.
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Un día antes de la ceremonia de investidura de Donald Trump, Kim Jones presentó en el Palais Royal de París la colección FW17-18 de Louis Vuitton, haciendo oficial la colaboración con la marca neoyorquina, Supreme, legitimando que la alta moda está lista para recibir oficialmente a la que surgió de las calles, marcando una nueva era.
Hace más de dos décadas las subculturas abrieron la conversación con marcas de lujo; hoy, estas casas de moda responden a ese diálogo.