Isabel II o Nicole Kidman, las madres que han repudiado a un hijo públicamente
Antes es la obligación que la devoción. Al acatar el refrán, la reina Isabel de Inglaterra ha tenido que romper su corazón en dos. En un pedazo, el amor de madre. En el otro, su deber como monarca, retirándole a su hijo Andrés el tratamiento de Su Alteza Real. No es la única royal que se ha visto en tal tesitura, tampoco la única mujer.
Isabel II es la madre mayestática de 'Cien años de soledad', la matriarca que sostiene la vida en Buckingham Palace, figura determinante en el Reino Unido y, hasta ahora, la abnegada mujer que consiente que su hijo siga, a sus casi 62 años, aferrándose al pecho, tratando de retener su confianza y buscando en su rostro el perdón a sus desmanes. Esta vez los excesos son demasiado nauseabundos para pedir clemencia.
La reina llamó a consulta al hijo el pasado 13 de enero. Las causas que se le imputan, pederastia y abuso sexual, significan una punzada al corazón de la institución y han colmado el temple de esta mujer. En un encuentro privado de 90 minutos le comunicó que le retiraría todos sus títulos militares y funciones reales y que a partir de ahora tendrá que defenderse como ciudadano privado. Poco después notificó públicamente su decisión. Quienes la siguen de cerca aseguran que no se ha visto en ella signo de tristeza o consternación, sino una serenidad pasmosa.
Isabel II y el hijo favorito que no ha sido buen heredero
El príncipe Andrés no ha cumplido, ni de lejos, los estándares de "honorabilidad, honestidad y honor" que le exigen los títulos militares y la decisión de la reina ha sido tajante, a pesar de tratarse de su hijo favorito. La periodista Katie Nicholl, experta en Casa Real, ha declarado que "tiene que haber sido increíblemente doloroso, pero no tenía otra opción".
Madre e hijo tienen una afinidad especial. Ella le enseñó el alfabeto y las horas. Tomó como un milagro que el príncipe volviese sano y salvo de la Guerra de las Malvinas, en 1982. Según el biógrafo Andrew Morton, desde entonces lleva en su bolso una foto del príncipe. Poco después de conocerse su implicación en el caso Epstein, ambos se dejaron ver montando a caballo alrededor del castillo de Windsor. Era un gesto inequívoco de apoyo, a pesar de la arrogancia que ha mostrado el príncipe desde que estalló el escándalo.
El rol de lo 'herederos de repuesto'
En general, los herederos de repuesto llevan fatal su papel incierto de segundones. Es un mal que padeció el esposo de la reina Margarita II, el príncipe Enrique, y parece haberlo heredado su hijo, el príncipe Joaquín de Dinamarca, protagonista de un sinfín de desplantes a la madre. Al alejarse de la vida palaciega, la reina danesa, poco amiga de convenciones, ha resistido bien los dramas del hijo, sus problemas con el alcohol, su disoluta vida, las idas y venidas a palacio, los celos hacia el hermano y las polémicas declaraciones a la prensa.
Cuando un hijo desafía los códigos de conducta, el vínculo madre e hijo se vuelve delicado. Para María de Teck, consorte de Jorge V, tuvo que resultar difícil la abdicación de su hijo Eduardo VIII tras enamorarse de la socialité estadounidense Wallis Simpson.
María trasladó su apoyo a su segundo hijo, Alberto. Fue una madre austera, pero cariñosa. Eduardo en sus memorias asoció "su voz suave, su mente cultivada y la acogedora habitación" a la felicidad. Sin embargo, en las cartas privadas a su esposa habló de la incredulidad de que una madre pudiera haber sido tan dura y cruel con su hijo mayor, tan exigente hasta el final, sin jamás ceder ni un ápice. "Me temo que el fluido que corría por sus venas siempre fue tan frío, como lo está ahora en su muerte", escribió.
Los casos Thatcher y Kidman
Distinta fue la actitud de Margaret Thatcher con Mark, un hijo excesivamente consentido que le avergonzó continuamente y usó el poder materno para engrasar sus negocios y hacer fortuna. Con él, la gran dama de acero se derretía. La única vez que se la vio llorando en público fue con motivo de su desaparición en el desierto de Sáhara en enero de 1982, que resultó voluntaria. Le vio partirse la crisma una y otra vez y siempre le volvió a poner de pie.
En 'The Crown', la primera ministra británica le confiesa a la reina Isabel que Mark es "un niño muy especial, el hijo que cualquier madre soñaría tener". Ella lavaba a mano sus camisas, "las planchaba y las doblaba cuidadosamente en bolsitas de plástico". Cuando Mark le preguntó al secretario de prensa de Margaret, Sir Bernard Ingham, cómo podía ayudar a su madre a ganar las elecciones generales de 1987, la respuesta fue inmediata: "Deja el país".
La actriz Nicole Kidman tampoco lo ha tenido fácil con sus hijos adoptivos, Isabella y Connor, después de que tomasen partido por su padre, Tom Cruise, y abrazasen la Cienciología. Fue algo que les separó completamente de ella. "Tomaron su decisión para ser cienciólogos y, como madre, es mi trabajo amarlos", dijo.
"No importa lo que hagan tus hijos, ellos tienen amor y tienen que saber que hay cariño disponible. Yo estoy abierta", declaró también Kidman. Cada historia es estremecedora y compleja. En todas queda claro que no siempre amamos como nos amaron.
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