¿Peleas? ¿Insultos a Yoko? Detrás de la leyenda de la grabación de ‘Let it be’ y la ruptura de los Beatles
Para un fan de los Beatles, esto es maná caído del cielo, en el que cada detalle adquiere una potencia tremenda: el zapato marrón de Paul que sube y baja siguiendo el ritmo de la guitarra de George; el momento en que John se equivoca en una frase y George sonríe al oír el fallo, mientras Paul los mira para cerciorarse de que John no se queda descolgado; un asistente se agacha al tiempo que sostiene un portapapeles en el que está la letra recién escrita de Dig a Pony, para que a John no se le olvide; unos cláxones resuenan en la calle cuan- do John entona Danny Boy a pleno pulmón entre canción y canción; la belleza de los observadores ojos de Ringo tras la batería y la sonrisa de Mona Lisa de George cuando se les van pasando los nervios y el grupo emprende el vuelo, sosteniendo a John en el éxtasis del coro de Don’t Let Me Down. Contemplamos cómo John Lennon, Paul McCartney, George Harrison y Ringo Starr forman una banda que encaja, en vivo y en directo; la mezcla alquímica de lo duro y lo tierno (McCartney empuña su bajo Höfner como si fuera el barbudo capitán de un barco, la sonrisa vulnerable de Lennon se atisba tras los largos cabellos) estremece como si fuera la primera vez. De forma conmovedora, los más sorprendidos por la magia de los Beatles parecen ser los propios miembros del grupo.
“Fuimos a Londres y organizamos una proyección para Apple”, cuenta Jackson, refiriéndose a la compañía que fundaron los Beatles en 1968 y que aún gestiona su legado. “Les hizo ilusión. Después Paul vio las imágenes, luego Ringo. Entonces, en aquel momento pensamos qué era lo más importante: ‘Incluyamos el concierto entero en el documental. Mostrémoslo completo”.
Ese concierto (en el que también hay una graciosa subtrama en la que un perplejo policía de 19 años recibe quejas por ruido, del que los empleados de Apple logran zafarse con astucia) constituye el clímax de la cinta de Jackson, un diario de 21 días de los Beatles en su íntimo mundo creativo. Logrado a partir de 60 horas de imágenes de archivo, en el documental se muestra a la banda improvisando, haciendo arreglos, componiendo, discutiendo, haciendo el tonto, manoseando los instrumentos, pasando apuros y finalmente logrando crear Let it be.
Originalmente todas estas secuencias se habían filmado para Let It Be, el documental vérité de Michael Lindsay-H Michael Lindsay-Hogg en el que aparecía una versión de unos 22 minutos del concierto del tejado pero que acabó siendo conocido, por los pocos que lo vieron, por motivos muy distintos. El largometraje se estrenó en mayo de 1970, un mes después de que los Beatles se separaran, y se consideró fundamentalmente un deprimente testimonio de la disolución de la banda, antes de ser retirado al poco tiempo. En las versiones piratas, la película original de 16 milímetros se pasó a 35 milímetros para la pantalla grande, en la que ofrecía un aspecto sombrío, con azules y verdes muy saturados. Fanático de los Beatles desde la década de los setenta (tenía ocho años cuando estos se sepa-raron), Jackson tenía un ejemplar pirata en VHS, producto de cuatro copias consecutivas, cuya borrosa calidad confirmaba la triste opinión que le merecía aquel periodo. De hecho, el director fue el primero en mostrarse escéptico al saber que Apple planeaba rescatar esas imágenes. “La verdad es que no dije que sí”, rememora el director de la trilogía de El señor de los anillos y tres veces ganador del Oscar. “Respondí: ‘¿Puedo ver las secuencias primero? Después os contesto’. Porque pensaba que me encantaría hacer una película de los Beatles, pero no una que se centrase en su ruptura. Esa es la película del grupo que jamás querría hacer”.