Juan Leal: «Delante de un toro cruzas esa línea que quema»
La historia taurina de Juan Leal (París, 1992) está presidida por la determinación: la que le llevó, siendo prácticamente un niño, a coger las maletas para venirse a España con una única meta, la de ser torero. Después llegó el aterrizaje en Sevilla para crecer en la difícil profesión que había elegido. Bebió del espejo poderoso de Paco Ojeda y confió en otro francés trasplantado a la sombra de la Giralda, el fotógrafo Maurice Berho, para iniciar un camino que nunca ha sido fácil. En su compromiso con el toro le han llegado a acusar de atropellar la razón. Otros lo llaman entrega. Leal llegó a verse anunciado en Sevilla antes de que el estallido de la pandemia lo enviara todo al garete
El estallido de la pandemia le pilló anunciado en Sevilla
En 2020 estaba anunciado en Sevilla pero también en Madrid o Nimes y en el mano a mano de Arles en el que iba a reaparecer Talavante. Y al final de un día para otro fueron cayendo todas. Fue un proceso que viví en dos partes. Estaba encerrado en el campo, yendo de un lado para otro y tampoco estaba muy pendiente de las noticias. En realidad, ni sabíamos lo que significaba el covid. Desde que salí de mi casa de chico y me vine a España soñaba con estar anunciado en la plaza de la Maestranza y no podía estar más contento pero de un día para otro te dicen que no... Te arrebatan ese sueño, me hacía mucha ilusión y me costó asimilarlo pero luego, cuando llegó el confinamiento y se sucedieron los acontecimientos me di cuenta de que era lo mejor. A partir de ahí quise ver el lado positivo y pensar que los empresarios respetarán lo pactado y el debut en Sevilla como matador de toros me pillará con dos años más de preparación.
Esto ha sido como un largo invierno taurino de dos años, es un tiempo para darle muchas vueltas a la cabeza...
En realidad, en mi caso, tampoco me puedo quejar mucho. He tenido la suerte de poder seguir toreando estos dos años, menos que en circunstancias normales pero aún así he podido hacer el paseíllo en sitios importantes y me siento afortunado por ello. Pero sí, ha habido mucho tiempo de pensar, muchos días de entrenamientos, de preparación, de reflexión mental... Espero que todo esto de sus frutos en esta temporada de 2022 que si Dios quiere va a arrancar y terminar con normalidad.
Esa mentalización es importante. Los toreros son unos de los profesionales que experimentan mayor soledad; necesitan ese aislamiento elegido.
Si, desde luego. La preparación física y técnica es importante y los entrenamientos de salón son la base para un torero pero hay otros factores que barajar a los que no siempre se les da la importancia que se merecen: es esa preparación mental, necesaria para afrontar retos como el estar anunciado en plazas como Sevilla. Es una responsabilidad que hay que asimilar como torero y como artista. La tauromaquia, al fin y al cabo, es un arte y los toreros somos artistas. Y cualquier artista necesita de esa reflexión para sacar lo mejor de sí mismo.
Pero es un arte que tiene una particularidad que lo hace único: exige una entrega consciente de la propia integridad.
Eso forma parte de las reglas del toreo. Cuando me pongo el vestido de torear lo hago asumiendo todas las consecuencias y sé perfectamente que el percance puede llegar. Ha llegado, me ha pasado pero sobre todo, como torero que soy, lo más importante es la entrega. Estar delante de un animal te obliga a cruzar esa línea que quema, como decía el maestro Ojeda. Ahí las cornadas duelen y los toros hieren. Pero eso lo doy por hecho.
Ha hablado de Paco Ojeda... ¿Qué tiene que ver el maestro en su concepto?
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— wikiHow Rising Stars Wed Jun 08 02:50:50 +0000 2011
Cuando era chico y vivía en Francia era uno de los toreros de máxima dimensión. Desde muy pequeño había escuchado hablar de Ojeda y sí, es uno de mis espejos. Pero nos podemos remontar más atrás. Siempre me ha gustado mucho y he tenido una relación bonita con el maestro Pedrés. Fue un torero que abrió ese camino en el que luego transitó Dámaso Gónzález y después Paco Ojeda que recopila todo y lo hace suyo.
Desde fuera se ven las cosas de manera distinta y es difícil asumir lo que se pasa o siente delante de un toro.
Todo se suple con entrega. Te vistes de torero y tienes que entregarte a un toro, a una embestida y a un público. Y eso se suma a la responsabilidad que representa la situación en la que estoy o estamos los toreros que nos queremos abrir camino. Necesitamos normalizarlo, saber que un día te pueden coger porque los toros están para eso, para coger. Hay que intentar que no te cojan pero sí hay que apostar para que pase algo, para que llegue el triunfo. La cogida está ahí, puede pasar y por eso somos toreros. No es la meta pero si lo debes tener asumido. Eso sí, hay días y animales que te obligan a esa apuesta física para lograr el triunfo.
Había hablado de ese cartel de Arles con Talavante que finalmente no pudo darse. ¿Podría repetirse algo parecido?
Fue una decisión del propio Talavante, no del empresario. Quería estar en Arles para su reaparición y con un torero de allí. Me hacía muchísima ilusión y ojalá.... Estoy anunciado en Arles con la corrida de Jandilla y en mis manos está intentar repetir ese cartel.
Son días de quinielas, rumores, componendas, ferias que se ponen en pie... ¿Los toreros andan pendientes de todo eso o abstraídos de ese jaleo?
Hablo por mí. Yo soy torero y me centro en entrenar para que cuando salga el toro pueda sacarle el máximo provecho. Lo demás es trabajo de los apoderados. Ahora me apodera Simón Casas con Curro Molina y ellos son los que se encargan de estas gestiones. Oyes a unos y a otros y los propios apoderados nos van diciendo por dónde van los tiros. Yo lo que quiero es torear y confío en ellos.
Enero ha pasado. Cada vez queda menos para que suene el primer clarinazo de 2022. Hay que estar preparado.
Pues me encuentro muy bien, con el cuchillo entre los dientes y deseando que salga el toro, echando de menos esa presión que sentimos cuando nos vemos anunciados. Tengo ganas de que empiece la temporada para dar otra vuelta de tuerca a mi toreo e intentar que ese trabajo, ese invierno de dos años que mencionábamos, se pueda notar en la plaza.