Mike Tyson, Omar Sharif, Nicholas Cage: Las mansiones que perdieron los famosos
Omar Sharif perdió su mansión en Lanzarote en una partida de bridge. La piscina cubierta de Mike Tyson en Ohio se va a convertir en el altar de una iglesia. Y Nicholas Cage ha tenido que vender la mayor parte de sus 15 casas.
Las inversiones inmobiliarias suelen ser muy tentadores para quienes su buen desempeño laboral empieza a añadir ceros y ceros a la derecha en sus nóminas. Deportistas, actores, cantantes... Muchos de ellos se dejan seducir por espléndidas villas con decenas de habitaciones, grandes piscinas, excelsos acabados y demás oropeles. Los mismos que luego requieren una serie de gastos de seguridad y mantenimiento que los convierten en imposibles para muchos de esos famosos que caen en desgracia. Eso siempre y cuando no lo pierdan directamente en una partida de cartas. Este es un recorrido por tres de esas magníficas propiedades que tuvieron un fugaz propietario de postín.
Mike Tyson
Hubo un tiempo en el que el boxeador Michael Gerard Tyson, más conocido como Mike Tyson, era el rey. Fue el púgil más joven de la historia capaz de conseguir un título mundial de los pesos pesados el 22 de noviembre de 1986, cuando apenas tenía 20 años, 4 meses y 22 días. Poco después, unificó todas las coronas del boxeo, antes de caer en desgracia en 1992, cuando fue encarcelado por la violación de una modelo de 18 años. Pasó de cobrar 30 millones de dólares (25 millones de euros) por pelea a tener que afrontar los números rojos una vez tirara al traste su carrera tras morder la oreja a Evander Holyfield.
Una de sus posesiones más destacadas es una flamante mansión en Southington, Ohio, todo un palacio con una decena de habitaciones, picaportes de oro, habitación para sus tigres y su nombre forjado en la verja de la entrada, entre otras estridencias. Hace dos años, el fotógrafo Johnny Joo accedió al interior de este inmueble valorado en tres millones de euros (dos millones y medio de euros) y malvendido por menos de la mitad. Sus fotografías dieron la vuelta al mundo al mostrar el contraste entre el lujo y el abandono. Después de una década sin ser tocada, ahora se prepara para su reapertura, convertida en una iglesia. La piscina cubierta ha pasado a ser el altar, mientras que el garaje donde Tyson guardaba sus coches de alta gama se ha transformado en una guardería.
En 2007, Tyson ya había tenido que deshacerse de otra mansión, situada en el distinguido suburbio de Paradise Valley en Phoenix. El ex boxeador había comprado el inmueble de 715,3 metros cuadrados por 2,1 millones de dólares (1,8 millones de euros) en 2005. Dos años después, después de conmocionar a sus elegantes vecinos construyendo un palomar en el patio trasero, vendió la casa, aunque esta vez le sacó 200.000 dólares (170.000 euros) de beneficio. Eso sí, la empresa que tramitó la venta, Equitable Real Estate Co, se apresuró a informar de que el palomar fue retirado antes de poner la mansión a la venta.
Omar Sharif
Cuentan que cuando Omar Sharif aterrizó en Lanzarote en 1973 para rodar La isla misteriosa, una adaptación de las 20.000 leguas de viaje submarino a las órdenes de Juan Antonio Bardem, estaba más interesado en jugar al bridge que en actuar. Sharif interpretaba de rebote al Capitán Nemo-James Manson no pudo repetir el papel- en una coproducción entre España, Francia, Italia y Camerún que posteriormente se estrenaría tanto en formato serie y como en película, acumulando numerosos problemas entre el director y los productores.
Ajeno a las disputas en torno a la novela de Julio Verne, el protagonista de Doctor Zhivago, seguía jugando a las cartas con pasión, no por nada era considerado uno de los diez mejores jugadores del mundo en los años 70. El actor egipcio era tratado a cuerpo de rey en la isla, siendo constantemente invitado a numerosos eventos y cenas. Una de ellas tuvo lugar una espectacular mansión edificada bajo el volcán Nazaret, en el interior de una antigua rofera -cantera de rofe y arena volcánica-, cuyas orgánicas formas moldeadas por la lava creaban un aire místico que recordaba poderosamente a Las mil y una noches. Sharif se enamoró del complejo al instante y según contaban los promotores - que lo eran también de otra villa conejera, Oasis de Nazaret- la compró esa misma noche.
Es ahí cuando nace la leyenda. Porque tal compra se celebró con una partida de bridge -de la que existen documentos gráficos- en la que, al parecer, la tensión fue en aumento hasta tal punto que Sharif, poco acostumbrado a ir perdiendo, fue subiendo el nivel de las apuestas, no dudando en incluir en las rondas finales su flamante mansión. La misma que perdería minutos después. El vencedor fue su propio agente inmobiliario, quien sí que era un campeón de bridge homologado.
Sea como fuere -otras fuentes señalan que todo fue un montaje del gobernador civil de la época para sacar rédito a la visita del actor-, lo cierto es que actualmente la mansión sigue abierta y rinde homenaje a la leyenda. Adquirida por la arquitecta uruguaya Beatriz van Hoff en los años 90 -sin partidas de cartas mediante-, en su interior construyó un bar y un restaurante con la ayuda del insigne César Manrique y Jesús Soto. El complejo, que ahora también alberga un museo, recibe el nombre de LagOmar. Y en su interior, entre la roca volcánica, el agua y la vegetación, destaca -cómo no- una foto de Omar Sharif... Jugando al bridge.
Nicholas Cage
Delphine Marie Macarty, conocida como Madame LaLaurie, era una destacada miembro de la alta sociedad de Nueva Orleans de principios del siglo XIX. Estuvo casada con el español Ramón de López Angulo, caballero de la Real y Distinguida Orden de Carlos III y al enviudar, contrajo matrimonio en otras dos ocasiones, con el prestigioso banquero y abogado Jean Blanque y con el distinguido médico Leonard Louis Nicolas LaLaurie, de quien tomaría el apellido con el que pasaría macabramente a la historia. La culpala tuvo un incendio que afectó a su hogar en la céntrica calle de Royal Street en 1834 de Nueva Orleans. El fuego obligó a la intervención de los bomberos, que tras sus puertas descubrieron su macabro secreto: LaLaurie había dedicado tres años de su vida a torturar y asesinar a sus esclavos de la manera más salvaje posible. De cara al público era todo amabilidad con ellos, pero en sus dependencias los colgaba del techo, les arrancaba las uñas y los ojos, les daba de comer insectos y los desollaba y mutilaba vivos, sin diferenciar entre hombres y mujeres, ancianos o niños.
Madame Lalaurie huyó a Alabama primero y a París después. Se ganó los apodos de El Monstruo de Luisiana y La Carnicera de Nueva Orleans, pero nunca pagó por sus crímenes. La mansión fue considerada maldita, cargando con la leyenda de que en sus dependencias aún se escuchan los lamentos de los 75 esclavos que perdieron la vida en su interior. Un lugar terrorífico, de difícil venta, salvo que el comprador sea... Nicholas Cage.
Y es que el famoso actor no sólo colecciona cabezas reducidas de pigmeos, cráneos de dinosaurios, el Lamborghini del Sha de Irán o el cómic donde apareció por primera vez Superman. También ha sido un gran inversor inmobiliario, llegando a atesorar más de 15 viviendas de lujo repartidas por todo el mundo. Una mansión de estilo gótico de 12 millones de dólares (10 millones de euros) en San Francisco; una finca valorada en más de 15 millones de dólares (13 millones de euros) en
Rhode Island; una mansión de 25 millones de dólares (21 millones de euros) en California o un castillo en Alemania han sido alguna de sus posesiones. Pero ninguna tan siniestra como la Mansión LaLaurie.
El ganador de un Oscar por su papel en Leaving Las Vegas la adquirió en 2007 por 3,45 millones de dólares (2,95 millones de euros). Pero su errática carrera en el mundo de la interpretación y su incapacidad para el ahorro hizo que su fortuna se redujera rápidamente de los 150 millones a apenas 25. De este modo, la falta de liquidez hizo que se deshiciera de la mansión apenas dos años después, sin tiempo para averiguar si realmente estaba tan encantada como decían. La compañía Regions Financial Corporation, con sede en Alabama, la adquirió por un millón de dólares menos (857.000 euros) de lo que pagó Cage.