Regreso a Chile: el abuso de empresas de transporte marítimo y de almacenaje
Estimados señores de CIPER:
Les escribo para contarles brevemente mi experiencia y así develar el gran abuso que se está cometiendo tanto por las empresas de transporte marítimo, como por las empresas de almacenaje, en contra de los ciudadanos chilenos que, repartidos por el mundo, intentan traer sus pertenencias una vez que han decidido regresar al país.
Soy Ximena Miranda Tassara y acabo de volver al país luego de más de 25 años de residencia en Perth, Australia. La odisea comenzó en junio de este año cuando decidí contratar los servicios de una empresa australiana llamada Indian Ocean, que se dedica al transporte marítimo. El compromiso de esta empresa consistía en trasladar algunas de mis pertenencias personales desde la ciudad de Fremantle a la ciudad de Valparaíso por la suma de $ 536 AUD (unos $ 255 mil), y cuya carga total correspondía a 0,7458 m3.Así consta en el documento Nº 81867, emitido por la empresa australiana Indian Ocean Shipping Agencies, así como el cubicaje de la carga despachada desde Australia a Chile y su monto (ver documento).
La carga declarada correspondía solo a objetos personales: ropa usada, vajilla, utensilios de cocina, unos cuantos ovillos de lana, una pequeña máquina de coser de uso doméstico y algunos artículos de baño.
En el intertanto, el encargado de Indian Ocean me sugirió que las cajas las enviara con un pallet, esto, con la finalidad de que no se perdieran durante el viaje. Por el pallet tuve que cancelar otros US$100 adicionales.
Hasta aquí todo bien… La carga llegó dentro de los plazos convenidos, sin embargo, al arribar a Chile apareció en escena un segundo actor: la empresa Cargo Master, que hacía las veces de «intermediaria» con la empresa australiana. Esta compañía, a su vez, recepcionó mi carga a manos de una nueva empresa de transporte, Asean Cargo Pty Limited. Pero el cálculo de cubicaje no coincidió con el realizado por Indian Ocean: esta vez figuraban 1,416 m3, lo que finalmente, según me explicaron, se llevó a un cálculo final de 2 m3 (ver documento).
Cargo Master me comunicó que, para retirar la carga, era menester cancelar la suma de $257.040 adicionales, también por concepto de transporte, y emitió una factura por ese monto adicional (ver factura).
A estas alturas quisiera detenerme en una situación absolutamente irregular: la empresa Cargo Master terminó cobrándome 2 mt3, en consecuencia que la empresa australiana Indian Ocean solo me había facturado 0,74 mt3 al salir la carga rumbo a Chile. La explicación que me dio un tercero -ya que Cargo Master nunca me dio una explicación acerca del por qué la carga “aumentó en el camino” de 0,74 a 1,4 m3- era que la diferencia en la cubicación se debía a que Cargo Master había hecho el cálculo con el pallet incluido. De ser así queda de manifiesto la inexistencia de un criterio uniforme entre ambas empresas, esto por decirlo de alguna forma.
Como la información de parte de Cargo Master fue nula y más aún poco transparente, ya que siempre manifestó una pésima disposición a aclarar mis dudas, y ante el apremio por retirar la carga, no me quedó otra que cancelar el nuevo monto facturado.
A los pocos días de haber hecho este segundo pago, Cargo Master me avisó que la carga estaba “desconsolidada” en Valparaíso y que debía pasar a retirarla “al puerto”, sin mencionar que para ello primero era necesario realizar una serie de trámites, que bien podría haber efectuado mientras esperaba la ya mencionada “desconsolidación” de mis cosas.
Así las cosas, cuando me presenté en la Dirección de Aduanas de Valparaíso, me informaron que para iniciar los trámites, primero debía obtener la documentación de parte de la empresa encargada del almacenamiento extra-portuario de mi carga, en este caso Sitrans; y que posteriormente debía dirigirme al Servicio Agrícola y Ganadero (SAG), para que este servicio me incluyera dentro de la nómina de inspección en el extra-puerto.
Estas diligencias nunca me fueron informadas previamente. Es más, aparentemente se da por sentado que uno debe conocerlas. Tanto Cargo Master como la Dirección de Aduanas no me prestaron la más mínima asesoría para facilitar dichos trámites. Todo lo fui averiguando en el camino, tras un ir y venir agotador entre Playa Ancha, donde quedan las oficinas del SAG; el plan de Valparaíso, donde está Aduanas; y Curauma, donde están las instalaciones de Sitrans.
Como era de suponer, un día no me bastó para efectuar todos los trámites requeridos, y debí volver el lunes 2 de noviembre para proseguir. Finalmente, y tras dos días completos de trámites, largas esperas, idas y venidas de un lugar a otro, conseguí por fin tener todos los papeles requeridos.
Una vez en las bodegas de Sitrans, convencida de que solo me esperaba el trámite burocrático de la inspección del SAG y de la Dirección de Aduanas, me encontré con una nueva sorpresa: mi carga no estaba dentro de la lista de inspección programada por parte del Servicio Agrícola y Ganadero. Más tarde, un encargado de Sitrans me informó que harían todo lo posible por conseguir que dicho inspector nos incluyera en su lista, para de esta forma facilitar la pronta salida de mis enseres.
Una vez concluida la inspección me esperaba una nueva sorpresa: para poder retirar mis pertenencias debía pasar por caja para cancelar una nueva factura con la parte que le correspondía a esta empresa de almacenaje. Sitrans, empresa extra portuaria, encargada de retirar mis cosas del puerto de Valparaíso, y a quién jamás tuve la oportunidad siquiera de escoger, me extendió una factura por un monto total de $220.738 (ver factura).
Quisiera dejar de manifiesto que en el cobro que me hizo Sitrans (en factura de $220.738) por concepto de almacenaje, pude apreciar otras irregularidades: nuevamente me aplican los cálculos en base a una carga de 2 mt3, me cobraron cuatro días de almacenaje, que incluyen como días completos el día en que se “desconsolida” la carga, aun cuando esto se hace efectivo recién pasado el mediodía y, finalmente, el día en que se me entregó la carga, aun cuando esta entrega se hace efectiva aproximadamente a las 15:00 horas.
Además de lo anteriormente expuesto, la factura de Sitrans contiene una glosa del todo incomprensible para cualquier persona, plagada de tecnicismos que en nada ayudan a aclarar lo que a todas luces representa -a mi entender- un nuevo abuso en esta larga cadena. Por ejemplo, en el documento se menciona como parte del cobro la inspección del SAG, en consecuencia que personalmente ya había concurrido a las oficinas de dicho organismo a cancelar la suma de $22.388 (ver factura). Quisiera destacar que la glosa de la boleta del SAG dice claramente “Inspección Física (ver documento).
Como me negara a cancelar un monto que consideraba del todo abusivo y poco transparente, pedí hablar con el encargado de facturación de dicha empresa. Ante él expuse la irregularidad en el cálculo de la cubicación y le solicité que, atendiendo la legitimidad de mis reclamos, procediera a recalcular lo que se me estaba cobrando. Lo que obtuve como respuesta fue un descuento de $24.162, como un “gesto de cortesía” y la promesa de que si yo lograba que la empresa Cargo Master se hiciera cargo de parte de este costo, recién entonces Sitrans estaría en condiciones de mejorar el “gesto de cortesía” para conmigo.
Demás estar decir que Cargo Master hizo oídos sordos a esta petición, y que por añadidura Sitrans hizo lo propio.
Por su parte, la Dirección de Aduanas de la Quinta Región quedó en comunicarme en un plazo de dos semanas -el que ya expiró largamente- si mi caso estaba sujeto a franquicia aduanera o, en su defecto, debo cancelar una suma aproximada a los $100.000, según me informó el funcionario de Aduanas.
La franquicia en cuestión se les otorga a las personas que, retornando al país, han permanecido en el extranjero por un plazo mínimo de un año o más, en forma ininterrumpida. No deja de sorprenderme el hecho de que, a pesar de que he vivido por largos 27 años en el extranjero, por el solo hecho de haber venido de vacaciones el año pasado portres meses, se cuestione por un mero tecnicismo mi derecho a dicha franquicia. A la fecha, aún no tengo respuesta respecto de este último punto.
En resumen, terminé cancelandocerca de $800.000 por unas cuantas pertenencias personales. Para esto, debí lidiar con cuatro empresas e instituciones intermediarias; una docena de funcionarios, todos con pésima disposición; dos viajes a Valparaíso y aceptar el uso y abuso que hacen las empresas de transporte marítimo y de almacenaje a vista y paciencia de la Dirección de Aduanas de Chile. De acuerdo a lo informado por el funcionario que me atendió en la Aduana de Valparaíso, “los cobros por parte de estas empresas sonpropios de una economía de libre mercado” y en eso la Dirección de Aduanas solo se remite a fiscalizar el correcto funcionamiento administrativo de dichas empresas.
Esperando que la presente sea motivo de su consideración, les saluda muy atentamente
Ximena Miranda Tassara(Rut: 9.248.043-7)