Mireya López
Tiendas en Bizkaia ¿Reinventarse a los 50? Una getxotarra cambia su vida para crear los bolsos mas deseados
La vida de Isabel Quiñones ha cambiado de rumbo a sus 48 años. Esta getxotarra, licenciada en Ciencias Políticas y especializada en recursos humanos, se dedicó toda su vida a este último sector en diferentes ciudades de nuestro país, como Madrid o Sevilla. Esta amante de la moda encontraba la fórmula para ser feliz gracias a que compaginaba su trabajo con las actividades creativas que desarrollaba en su tiempo libre. «Disfrutaba elaborando mis propios complementos. La moda siempre me ha llamado mucho la atención. Principalmente, la psicología que esconde detrás», indica. Regresó al municipio costero que la vio crecer hace cuatro años y una conversación con una buena amiga en una librería de Las Arenas le abrió el camino: «La propietaria del local quería un bolso como el que llevaba, que se lo compré hace años a una diseñadora en Madrid. La llamé, pero me dijo que ya no los confeccionaba. Fue entonces cuando mi amiga me preguntó: ¿y por qué no empiezas a haces tus propios diseños?».
La propuesta de su amiga caló tanto en Isabel que empezó a elaborar estos complementos en los que llevamos todo lo imprescindible. «Me empecé a formar en el taller de cuero 'R-evoluciona', ubicado en la calle 2 de Mayo, en San Francisco. Y ya voy por mi segundo curso», cuenta con orgullo. Allí esta vizcaína comenzó a producir con mucho mimo sus primeras piezas para ella misma y su círculo cercano. De esta manera, descubrió cuánto le apasionaba crear aquellos accesorios que colgamos de la mano o del hombro. Un entusiasmo que dio un giro radical a sus planes laborales: «Tenía entre manos la creación de una consultoría junto a seis socios. Un proyecto que abandoné en septiembre del año pasado», cuenta.
Se compró una máquina industrial -«me estaba dejando las manos cosiendo los bolsos a mano»- y decidió fundar su propia firma, bajo el nombre 'Nothink' ('No pienses' en inglés). Un término que responde a la frase que le repite Isabel a sus amigos cada vez que algo les perturba: «No pienses, quita el piloto automático. Y ahora bien, ¿qué quieres hacer?». Una filosofía que le empujó a luchar por aquello que realmente le hacía feliz y le llenaba. «Era algo que me removía por dentro. Aunque no te voy a engañar, me dio mucho miedo. Pero era un año radical para mí en muchos sentidos, así que ya sabes lo que dicen: 'de perdidos al río'. Y así lo hice», reconoce entre risas.
Mireya López
Un taller «con buenas vibras»
Habilitó el trastero de sus padres — abuhardillado y de 30 metros cuadrados — a modo de taller. «Este huequillo se ha ido trasformando, poco a poco le estoy dando mucho sentido. Ahora ya tiene buenas vibras. En la zona más baja, por ejemplo, tengo un pequeño espacio de inspiración», admite. En el estudio, también guarda todo lo necesario para trabajar en sus originales creaciones: una remachadora, una máquina de coser, las pieles, una mesa grande que era la antigua mesa de comedor de su casa, varios burros donde cuelga los patrones (hechos en cartulina) y las piezas terminadas... Un acogedor espacio, ubicado en Getxo, donde idea y elabora, de principio a fin, cada una de sus piezas de forma artesanal: «De hecho, me he dado de alta en el registro de artesanos», cuenta orgullosa.
Mireya López
Tras unos meses atando cabos, a principios de este año sacó a la venta, a través de la página web de la firma, sus primeros bolsos. Una tienda online donde ofrece, por el momento, doce modelos. Algunos de ellos tienen nombre de ciudades americanas, como Los Ángeles, el 'best seller', un bolso que se puede convertir en mochila; o Nueva York, un modelo sofisticado y pequeño perfecto para salir a tomar algo. Eso sí, sus nuevos diseños deben su nombre a las playas de la costa vizcaína: desde Arrigunaga hasta Aizkorri. «Son los lugares que más he echado de menos cuando he vivido fuera», cuenta.
Mireya López
Las piezas cuentan con diseños propios — «son muy personales» — que no se pueden encontrar en las grandes superficies y que siguen las tendencias actuales. En estos accesorios, Isabel también ha tratado de mejorar diferentes aspectos prácticos a partir de su experiencia como consumidora. «Creo los bolsos que yo llevaría», zanja. De esta manera, ha roto en pedazos el concepto de bolso «pesado y súper clásico» que la gente suele llevar a la oficina. «Mis diseños son ligeros y se pueden llevar tanto al trabajo como al parque con los niños, o a tomar algo después. Son perfectos para mujeres todoterreno», admite. Además, las pieles que utiliza esta artesana para elaborar sus bolsos son muy gustosas. En ellas, se pueden apreciar pequeñas imperfecciones, ya que el cuero está muy poco tratado: «Son unas irregularidades que hacen a las piezas perfectas».
Mireya López
Por otro lado, sus artículos son exclusivos, ya que solo lanza al mercado «dos o tres piezas parecidas». Y lo hace así por dos razones. La primera es porque elabora los bolsos a partir de los restos de cuero de otras firmas. «Los fragmentos que compro solo me alcanzan para elaborar dos o tres artículos», explica. De esta manera, sus accesorios abrazan la economía circular, un modelo de producción que tiene como objetivo reducir tanto la entrada de los materiales vírgenes como la producción de deshechos. El segundo motivo por el cual sus diseños son casi únicos es debido a los detalles que añade a mano a cada bolso.
Mireya López
«Cada uno de mis bolsos son como un hijo»
Adora ir a pasear por La Galea en busca de inspiración. Y la suele encontrar en diferentes características de la naturaleza. De puertas para dentro de su taller, Isabel pasa los días volcada en sus creaciones. «Me gusta ponerme música o alguna serie de Netflix de fondo, encender alguna velita e incienso. Y puedo decir que cada uno de mis bolsos son como un hijo. Los sufro cuando los dibujo porque yo no he estudiado diseño», indica. Pero ella los elabora con el método 'ensayo y error', con constancia y esfuerzo, hasta que lo consigue. «Soy muy cabezota y eso juega a mi favor», admite. Y cuando todo le sale bien, y el resultado final es lo que tenía en mente, Isabel siente una gran satisfacción. «Eso sí, a la hora de entregarlos paso unos nervios horribles, como cuando tus hijos tienen un examen», bromea.
Mireya López
Ser la única que esta detrás de su firma de bolsos hace que Isabel pase largas jornadas entre las cuatro paredes del estudio. «Hay mucho trabajo que hacer. Unos días corto la piel de varias piezas, en otro confecciono los bolos... Nunca suelo hacer uno del tirón», indica. Y sus quehaceres no se limitan solo a la creación de sus distintivas piezas. Esta creativa también es la encargada de gestionar la cuenta de Instagram de la firma. En este escaparate virtual, no solo muestra los modelos que produce con mimo en su taller, sino que comparte con sus fieles otras actividades que también le llenan: «Hace unas semanas hice el Camino de Santiago y estuve compartiendo paisajes que me inspiraban».
Mireya López
Los diseños de Isabel han ido ganado adeptos en el municipio vizcaíno. «Apuestan por ellos y muchas mujeres repiten. Tengo amigas que ya tienen cuatro modelos diferentes», cuenta. Y sus encargos ya rebasan las fronteras de nuestro territorio. Los bolsos de esta vizcaína que sueña con hacerse un hueco en el sector de la moda triunfan en diferentes ciudades nacionales como Madrid y Sevilla. De hecho, su primer encargo vino desde la capital andaluza. Dos buenas amistades de Isabel, vinieron unos días a Bizkaia a visitarla y se volvieron al sur con una mochila cada una. «Unas semanas después, ya tenía nueve pedidos», reconoce sonriente. Y es que esta creativa admite que sus clientes se quedan muy satisfechos tras recibir el paquete. «Lo cuido al detalle. Trato que vivan una experiencia sensorial cuándo lo abran. Hasta los perfumo», admite. Y si los bolsos les gustan cuando los sacan del embalaje, su agrado es aún mayor, si cabe, cuando los usan. «Son súper prácticos y ligeros», indica.
Mireya López
Isabel sueña con los pies en la tierra, y, concretamente, volcada en sus creaciones. «Mis planes son seguir vendiendo mis diseños», admite. El año que viene, le gustaría poder ofrecer sus bolsos en tres tiendas físicas: «una en Getxo, otra en Madrid y la otra todavía no lo sé...», precisa. Aunque por el momento, el día 7 y 8 de julio tiene una cita con los madrileños, ya que estará en el showroom Mangolia, ubicado en la Carrera de San Jerónimo. El siguente paso será regentar su propio taller local para que «los clientes puedan personalizar sus bolsos». «Es decir, que elijan el cuero y los remaches a su gusto», admite. Sabe que tomar esta decisión implicaría abandonar su estudio, que hoy alberga todas sus ilusiones. «Me daría mucha pena, sí, pero en la vida hay que apostar, afrontar nuevos retos y salir de la zona de confort. Yo estoy dispuesta a hacerlo».
.