El crisol de los EE.UU., con sus grietas
En los Estados Unidos se tiene una relación problemática con la inmigración. Una de sus principales ideas fundantes ha sido el crisol de razas, aunque los gobiernos hayan excluido a diferentes grupos de inmigrantes por siglos. El tan mentado apelativo de “nación de inmigrantes” aún hoy deja afuera a quienes estaban aquí antes de la colonización (los pueblos originarios) y a quienes fueron traídos contra su voluntad (los africanos esclavizados). En otras palabras, existe una brecha entre la imagen romántica de los Estados Unidos que se enseña a los chicos y sus realidades más duras.
Arrivals (Llegadas), una exposición que invita a la reflexión y se presenta en el Museo de Arte de Katonah, en el condado neoyorquino de Westchester, utiliza el arte histórico y contemporáneo para sondear esa brecha. Curada por la historiadora del arte Heather Ewing, la muestra analiza cómo los recién llegados a esta tierra la han moldeado y han sido recibidos.
En particular, la exposición prescinde de la palabra “inmigración” y elige un término algo más amplio: Arrivals incluye a quienes no encajan en el léxico oficial. A su manera, la exposición sigue defendiendo la idea de que se trata de un raro caldero de pueblos e ideas… salvo que no lo hace de manera romántica ni poco realista.
La muestra comienza con una cronología de las políticas estadounidenses en materia de inmigración y ciudadanía. Es una lectura desalentadora, en su mayor parte una crónica de la exclusión que plantea el argumento de Ewing: la xenofobia es un aspecto tan fundacional de la vida estadounidense como la migración.
Ewing distribuye sobre la línea de tiempo reproducciones de caricaturas políticas contemporáneas y comentarios personales de algunos de los participantes de la exposición, como Edward Hicks y Alfred Stieglitz, Kara Walker y Cannupa Hanska Luger.
Guardianes de la conciencia moral
Estos agregados tienen el efecto de hacer que los artistas parezcan fieles guardianes de la conciencia moral nacional pero, por cada caricatura que fustiga a una facción anti-inmigratoria, cuántas se habrán publicado aplaudiendo a una de ellas, me preguntaba yo modestamente.
La exposición se organiza en torno a siete “momentos de llegada” en la historia de los EE.UU. Estos empiezan siendo específicos, como el desembarco de Colón en 1492 en las Bahamas y su efecto en los pueblos originarios de allí, y se vuelven cada vez más amplios, para terminar con la categoría decepcionantemente vaga de “Hoy”.
Si bien la muestra avanza en forma cronológica, los momentos sirven como algo más que contenidos; también son temas. En la primera sección, las obras de arte que mitifican el “descubrimiento” de América por el famoso explorador comparten espacio con otras que critican la destrucción que él acarreó.
La pintura de N.C. Wyeth “Colón descubre América –nótese el estandarte real español– muestra a un Colón emocionado que cierra los ojos al tocar la tierra con su espada y abrazar su bandera. Este Wyeth parece un riff sobre la pintura monumental de John Vanderlyn “El desembarco de Colón” (1846) para la rotonda del Capitolio estadounidense, que está representada en Katonah por un grabado en blanco y negro de 1856 de H.B. Hall. La inclusión de la copia de Hall, aunque pequeña, ayuda a apreciar la gran “Pintura del Día de la Hispanidad” (2014) -Columbus Day, el antiguo Día de la Raza es un feriado importante en el país, con numerosos desfiles-, de Titus Kaphar que se encuentra cerca.
La pieza toma prestadas las imágenes de Vanderlyn pero reemplaza las figuras españolas por lienzo en blanco; fruncida y arrugada, la tela que las envuelve pone sordina a su heroísmo y alude a la propagación de enfermedades. Kaphar es famoso por este tipo de revisiones históricas, que a veces pueden parecer efectistas o excesivamente ingeniosas. Ver esta junto a los originales le da una fuerza subversiva.
En los mejores momentos, Arrivals provoca la sensación de presenciar discusiones o conversaciones entre artistas a través del espacio y el tiempo…; nos hace entender qué se juega en esas conversaciones. Uno de los ejemplos más potentes es la parte dedicada al Middle Passage, el horroroso viaje de africanos esclavizados a esta tierra entre 1619 y 1808.
Al igual que en la sección de Colón, un pequeño grabado en blanco y negro sirve de ancla visual. Creado por Matthew Carey en 1789, es un diagrama del inhumano amontonamiento de personas en la cubierta inferior de un barco de esclavos, versión estadounidense de la imagen británica –más famosa- difundida por los abolicionistas.
“Plano de la cubierta inferior de un barco africano, con negros, en una proporción no exactamente igual a uno por tonelada” (1789), grabado en blanco y negro de Mathew Carey. Crédito...Colonial Williamsburg
Ícono de la historia
El grabado de Carey es aleccionador pero su importancia también es simbólica: la imagen del barco de esclavos se convierte en un tema recurrente, un ícono de la historia con la que los artistas afroestadounidenses deben vérselas.
En “Estiba” (1997), Willie Cole la transforma en marcas de grilletes, insinuando una relación entre la esclavitud y el trabajo doméstico contemporáneo. Keith Morrison nos hace sentir esto de modo más visceral con una pintura taciturna, “Middle Passage II” (2010), que coloca al espectador en el lugar de un cautivo que mira desde abajo. En la escultura de Vanessa German, “2 barcos pasando en la noche, o llevo mi alma conmigo a dondequiera que voy, gracias” (2014), dos niñas negrascreadas con objetos encontrados- llevan sobre la cabeza maquetas de barcos.
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— Victoria Turner Mon Apr 20 10:30:02 +0000 2020
En lugar de aparecer aplastadas por su peso, se deslizan sobre una patineta. Al parecer el Middle Passage ha pasado de ser una carga a convertirse en una parte esencial de lo que somos.
En el fondo, Arrivals trata sobre la identidad, tema que es tendencia en el mundo del arte de hoy. Lo que la hace original es que usa un marco histórico para abordar un tema conocido. La muestra no trata sobre la raza, la etnicidad o el género, si bien toca todas esas cosas. Trata sobre cómo los artistas pueden apuntalar, complicar o desarticular los mitos nacionales a través de sus historias y observaciones.
Una forma de hacerlo es cuestionando el poder del Estado para documentar y conferir identidad. En la segunda galería, que abarca los siglos XX y XXI, me fascinó la obra pequeña pero decidida “Solicitantes (Migrantes, 2018), de Stephanie Syjuco, compuesta por tres conjuntos de fotos de tamaño pasaporte con la cara de los fotografiados oculta por telas estampadas.
Annie Lopez creó su pieza graciosa y audaz, “Muéstreme sus papeles y yo le mostraré los míos” (2012), como respuesta a la ley de Arizona que autoriza a la policía a pedirle documentos a cualquiera que crean indocumentado; tomó documentos personales como su partida de nacimiento y premios recibidos en su niñez y los imprimió en papel para tamales, dándole forma de ropa interior. Pese al contraste entre sus estrategias (ocultar vs. revelar), ambas artistas desafían de forma humorística un sistema que quiere catalogarlas y controlarlas.
Básicamente, Arrivals me dejó pensando en una pregunta que también es el título de un oportuno grabado de Jaune , “Quick-to-See Smith, de 2001-03: “¿Qué es un estadounidense?”. La obra de Smith presenta una figura originaria sin cabeza caminando distraídamente mientras una especie de arco iris rojo, blanco y azul brota de un estigma de su mano. Parece sugerir que los habitantes originarios de esta tierra fueron sacrificados por los pecados de la nueva nación.
A poca distancia, una fotografía de Dorothea Lange tomada poco después del ataque a Pearl Harbour trata de responder la pregunta siempre pertinente de Smith: muestra un almacén estadounidense de productos japoneses con un cartel en la vidriera que dice: “Yo soy estadounidense”. Este reclamo de pertenencia fue inútil; la tienda fue cerrada y su dueño encerrado en un campo de reclusión.
El título de Smith pregunta “qué” es un estadounidense, no “quién”. En mi opinión, esto nos hace tomar conciencia de la artificialidad de la condición de estadounidense: es algo en lo que uno se convierte, un producto de la invención. La lección se hace patente en una de las obras más lacerantes de la muestra. “Recuerdo a mi abuelita, Isla Ellis” (1988), de Edward Grazda. La fotografía dentro de una fotografía muestra una mano que sostiene, frente a una ventana, la imagen de una mujer con un tocado de plumas. El texto que la rodea dice: “Mi abuela llegó a la isla Ellis en 1912 desde Polonia. Se hizo sacar una foto como indígena estadounidense”.
Me atrevo a decir que esto es lo que significa ser estadounidense: llegar aquí y reimaginarse, a menudo a expensas de otro.
Jillian Steinhauer cubre política del arte e historieta. En 2019, obtuvo una subvención de Andy Warhol Foundation Arts Writers y anteriormente fue editora sénior de Hyperallergic.
Traducción: Elisa Carnelli.
Arrivals.Lugar: Museo de Arte de Katonah. 134 Jay Street, Nueva York.Accesible: en katonahmuseum.org
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