Aitana: «Quiero que la gente joven que me sigue vea que las mujeres pueden hacer lo que se propongan»
El número de casting de Operación triunfo 1.727. Una mariposa como símbolo de metamorfosis y evolución. Un girasol que comparte con su mejor amiga. La palabra munay (del quechua, amor puro), que lleva igual que sus tres primas desde los 16 años. Las letras b y c, las iniciales de sus padres, Belén y Cosme. Un tazón de sopa, su comida preferida y el nombre de una de sus dos perras. Recorrer los mensajes que decoran la piel de Aitana (1999, San Clemente de Llobregat) es entrever su vibrante trayectoria vital.
Auténtica. Espontánea. Honesta. Así es la estrella del pop. Una montaña rusa de sentimientos que sueña con seguir siendo cantante de mayor, cuando de pequeña le decía a su madre que quería ser peluquerista. Tiene 36 discos de platino y 12 discos de oro. Es la nueva imagen de Tous. Acaba de finalizar 11 razones, su segunda gira en solitario, de la que agotó entradas. Ha escrito un libro. Cuenta con un sinfín de premios, entre ellos, el Ondas al Fenómeno Musical del Año y el de Mejor Artista de España en los MTV Europe Music Awards. Embajadora de Yves Saint Laurent Beauty, está terminando de grabar su tercer álbum y próximamente se irá de tour a Latinoamérica. Un ciclón de emociones.
¿Te pellizcas para saber que no vives en un sueño?
Es increíble. Desde que salí de la academia no he dejado de trabajar, y tampoco lo he querido. Estoy muy agradecida por la gente que me escucha, que confía en mí...
Cuando ganaste el Ondas, ¿a quién llamaste?
A mis padres. Soy hija única y, aunque no soy especialmente familiar, ellos son los pilares de mi vida. Tener esa estatuilla, como otras personas que admiro, de la talla de Dani Martín, Pablo Alborán o Rosalía, es una auténtica barbaridad.
¿Y ahora mismo en qué andas metida?
(Mira a su mánager, Olga, y le pregunta si puede contar lo que se avecina. Esta niega con la cabeza). Te diré que, en breve, empezaré una gira por Latinoamérica y poco a poco iré sacando distintos singles, como Berlín y Formentera, del tercer disco, que aún estoy grabando.
¿Cómo será este álbum?
Un poco más sensual, electrónico, bailable..., siempre dentro del pop. En mis dos anteriores hablo de amor, aunque es un amor demasiado de película. Este es más real.
¿Cuántas canciones has compuesto en servilletas?
No soy tan guay. Como sufro de insomnio, mi cabeza va a mil antes de dormirme, y ahí es cuando se me ocurren muchas letras. Enciendo el móvil y escribo en Notas.
¿Cuándo cogiste un micro por primera vez?
Durante una Nochevieja, en casa de mi tía Carmen. Fue la primera vez que canté para la familia. Luego, iba a una escuela de música, y un jueves de cada mes cantábamos a los clientes de una cafetería en Gavá lo que habíamos ensayado. Después ya fue para tres millones de espectadores.
Al comenzar en el oficio, ¿siempre tuviste claro que podías buscar otras opciones si esto no funcionaba?
Me di a conocer con 18 años, y tenía claro que, si no salía, lo intentaría de otra forma o tomaría otro camino, como continuar estudiando en la universidad y buscar un trabajo paralelo. Al principio me planteé si estaba hecha para esto, si iba a valer o a gustarme a largo plazo. No quería verme con la obligación de tener que aprovechar la oportunidad porque sí. Entonces me visualicé de niña, en mi cuarto, y pensé: «Si es lo que has querido siempre». Por eso jamás vi mi inicio de carrera como si fuera el fin del mundo, ni me presioné, porque no es sano. Trabajé y sigo trabajando duro por luchar por mi sueño y que prevalezca –porque las cosas no se regalan–, pero sin creer que sin ello no soy nada.
¿Cuál es tu antídoto para evitar la presión?
Mi mayor acierto es no haberme escondido bajo una figura ficticia. Mi familia cada día me hace ser consciente de lo afortunada que soy. Mi profesión es como cualquier otra. Lo único que varía es que la gente te reconoce por la calle. Y lo agradezco, aunque nunca he perdido el sentido de la realidad. Hay una chica, Elena, que tiene cáncer, y viene a todos los conciertos y firmas de discos. Es una luchadora. Y siempre me dice que mis canciones la han ayudado a superar los malos ratos. Escuchas eso y, claro, lloras. Si lo que yo hago a ti te sirve y te hace bien, para mí ya he ganado todo.
¿Cómo controlas tú los vaivenes emocionales?
Me gusta ir al psicólogo y ser consciente de lo que me está ocurriendo. Pero también creo que, con la edad que tengo y las vivencias que estoy experimentando, es normal estar subida en una montaña rusa.
¿Cuáles son tus prioridades?
Disfrutar de mi trabajo y la salud. Y, si en algún momento veo que no puedo dar más de mí, frenar. Padezco de edemas en las cuerdas vocales y, cuando siento que puedo enfermar o quedarme disfónica, paro.
¿Tienes algún ritual antes de salir al escenario ?
Ninguno. Lo hago tranquila porque sé que ese público está ahí por mí, y pienso en cómo van a disfrutar y en la noche mágica que pasarán. Porque es lo que quiero ofrecerles. Y eso me da más fuerza todavía.
Eres embajadora de Yves Saint Laurent Beauty. ¿Cuáles son tus infalibles si hablamos de maquillaje?
Antes de ser imagen, ya usaba muchos de sus productos. En mi día a día, un poco de corrector, de colorete y de máscara de pestañas. Y algún pintalabios con algo de tono.
Interpretaste Lo malo y rompiste tabúes con Ni una más. ¿Crees que la música ayuda en el camino a la igualdad?
Claro, porque llega a mucha gente. Jamás voy a escribir una canción donde se cosifique el cuerpo de una mujer o se apoye al micromachismo. Soy cautelosa y cuido mucho de qué hablo. A mí me da miedo salir por la noche a la calle, porque soy miedosa, y a día de hoy no lo hago. Sólo hay que ver la cantidad de documentales que hay en las plataformas sobre Marta del Castillo, las niñas de Alcàsser... Te traumatizas más. Hay casos en los que no saben ni quién es el asesino o dónde está el cuerpo. Si te fijas, siempre son mujeres.
Por eso es tan importante que se sigamos alzando la voz.
Y que expongamos el problema. Que nos informemos y eduquemos y que seamos conscientes como sociedad de esta realidad. Porque nadie tiene un carné del feminismo.
¿Es un tema que te preocupa?
Por supuesto, ¿y a quién no? Hay que seguir luchando. Dar por sentado que lo tenemos todo hecho me da mucho miedo. A diario hay femicidios, hay maltratos psicológicos y físicos, hay denuncias... Me hace gracia cuando dicen que estamos mejor de lo que estábamos antes. Un poco sí, porque muchas mujeres en el pasado han luchado por nosotras y nuestros derechos, han sido valientes al salir y contar lo que sucedía. Así que, por favor, no caigamos en la trampa de pensar que todo está bien, porque no. Tenemos que seguir para no retroceder en lo ganado y por las que vienen detrás. Para que en un futuro haya un día en el que no exista ni una sola muerte en el mundo por violencia de género.
¿Tienes miedo a que te tachen de feminista radical?
¿Por decir que voy a favor de la igualdad y no de la violencia? Es que mi mensaje es ese. Soy feminista, y aprendo a diario lo que conlleva. Sin banderas ni etiquetas. Me sigue gente joven, y, de alguna manera, quiero reflejar que las mujeres podemos hacer lo que nos propongamos. ¿En qué clase de sociedad nos estamos convirtiendo, que no paramos de señalar y de acusar porque nada nos parece bien?
¿Y qué otras cosas te inquietan?
Muchas, en especial, el futuro de nuestro planeta. Sé que tenemos problemas importante en este mundo, pero el principal es, sin duda, el propio mundo.
¿Qué te llevarías de 2021 a 2022?
Más confianza en mí misma y en las decisiones que tomo. Esa madurez que he adquirido con el tiempo. También soy muy de improvisar, veamos qué me depara 2022.
ESTILISMO CRÉDITOS VÍDEO: BLAZER MASSCOB. SUJETADOR AVELLANEDA. JEANS ELISABETTA FRANCHI. BOTINES GIUSEPPE ZANOTTI.
MAQUILLAJE: FER MARTÍNEZ PARA YVES SAINT LAURENT BEAUTY. PELUQUERÍA: JESÚS DE PAULA.