A la comuna 13 ya no le cabe un turista más: ruido, caos y peleas
En el barrio Las Independencias, de la comuna 13, las casas cada vez pierden más espacio. Lo que ayer fue una terraza, hoy es un bar; donde ayer corrían los niños, hoy hay un almacén de gorras, camisetas y souvenires. El estruendo del conflicto, recordado por todos con horror, fue reemplazado por el jolgorio de los turistas, los equipos altoparlantes y la voz de los raperos.
Al comienzo todo fue optimismo: el barrio que resurgía de las cenizas para ser ejemplo de superación. Pero hoy, pese a que los negocios han proliferado y cada cual ha encontrado un emprendimiento, las cosas parecen haberse salido de control. “Perdimos el rumbo”, dice un líder social del sector.
La situación de la comuna es dual. Por un lado, sus habitantes han emprendido toda suerte de negocios, desde galerías de arte hasta cafés. Pero, por el otro, han padecido las consecuencias de un turismo que se hizo masivo con el tiempo y que ya causa estragos.
El Viaducto Media Ladera ilustra bien lo que pasa. Su espacio ha sido invadido por negocios y el ruido es insoportable. Cada uno saca su parlante y el vallenato se combina con el reguetón y las “mezclas” de los muchachos en las consolas Rx.
—Como trabajadora, la cosa está muy bien—dice Johana Marín, que atiende un pequeño bar—, pero, como habitante, cada vez es más difícil. Mi cuñada tuvo que terminar el embarazo en otro lugar, pues el ruido de acá la tenía estresada.