"A veces no llevo sujetador”, el manifiesto femenino contra las ataduras
La revista española femenina Proyecto Kahlo publicó a principios de abril un manifiesto en contra del uso del sostén de la escritora Noelia Gutiérrez Melgar y lo compartió en su página de Facebook. La publicación, que en 20 días ha obtenido más de 10.000 likes y más de 4.000 compartidos, es un fragmento del texto A veces no llevo sujetador en el que la autora explica que no usa sostén por considerarlo un “legado que dejaron los cánones de belleza establecidos”.
Noelia Morgana, como también se le conoce artísticamente, tiene 26 años, vive en Sevilla y se dedica a escribir sobre la gente, “sus gritos, sus carcajadas y sus orgasmos”, cuenta a Verne vía correo electrónico. “Lo hago para romper cosas que nos hacen tropezar o nos aprietan, pero también para unir las que pueden liberarnos o darnos besos. Todos los escritos parten de mis experiencias como mujer que se contradice todo el rato para encontrar el equilibrio entre lo que soy y lo que quieren que sea”.
El texto de la autora del blog Tierra de Aires define al sujetador como una prenda incómoda, y "un corsé del siglo XXI" que se use o no, no pondrá al mundo a favor de la mujer. “Escribí este texto porque la idea siempre estuvo conmigo. Mi cuerpo ha ido expulsando el sostén de forma gradual desde hace años, pero quizás una o dos veces cada muchos meses, por diferentes circunstancias, me lo pongo. Todavía estoy aprendiendo a dejar de justificar todo lo que hago como si debiera pleitesía a algo o a alguien que no sea mi propia forma de vivir la vida”, explica.
Gutiérrez asegura que su texto invita a las mujeres a liberarse y a dejar de creer que su misión es servir como instrumento placentero: “Nos estamos quitando el sujetador, hablando de nuestra sangre, enseñando el culo, saliendo de los escondites donde nos masturbábamos y volviendo a venerarnos. La libertad de las mujeres la coarta el miedo y es momento de mandarlo a la mierda”.
De acuerdo con la autora, las mujeres deben dejar de cumplir con los cánones de belleza que les impone la sociedad. “Si cumples los dictados machistas por no estar señalada o "expuesta", estarás perpetuando este legado patriarcal. Si eso pasa tu hija va a sufrirlo de igual modo, también tu nieta y todo tu árbol genealógico será un hervidero de mujeres que no fueron, porque tuvieron miedo a ser”. finaliza.
A continuación, reproducimos el texto completo que apareció en la revista Proyecto Kahlo, con permiso de la autora.
A veces no llevo sujetador
Noelia Morgana
A veces no llevo sujetador. No me da la gana.
El sujetador es una prenda de mierda hecha de hierros y telas que se te clava hasta los confines de la carne y te crea picores, heridas e incluso manchas. El sujetador es el corsé del siglo XXI. Una puta porquería que se utiliza para subir las tetas hasta la luna y crear un par de montañas que todos puedan admirar, que todos puedan escalar. Porque un buen escotazo es el complemento perfecto para tener una novia adecuada o para salir una noche de tequila boom boom. Un escote que bote, sí señor. Cosa que, a veces, utilizo por no ser capaz de romper del todo con el legado que dejaron los cánones de belleza establecidos, de muertes por anorexia y labios de choripán por el bótox.
A veces no llevo sujetador. No me da la gana.
¿Y sabéis qué ocurre? Que me miran como si estuviera matando cachorritos de mamuts por llevar las tetas libres de presiones, que me miran como si los pezones fueran cañones a punto de disparar mi número de teléfono a todos los viandantes, que me gritan gilipolleces, que me despellejan a comentarios susurrados, a pensamientos retrógrados y machistas que seguramente llenarán de veneno el aire que respiro, y luego tendré que esforzarme el doble por hacer efecto rebote con mis tetas, llenas de naturaleza infinita, de vida, de cabeza arriba, joder. Que me repiten una y otra vez eso de – ¿No llevas sujetador? Pues se te nota – A lo que debería contestar: a ti también se te nota que lo llevas y no te digo nada.
A veces no llevo sujetador. No me da la gana.
Porque así me parieron, porque así me dejo llevar por la gravedad, porque así soy fiel a mi cuerpo, que me dice que le aprieta, que me dice que le daña, que me dice que le jode llevar esa mierda puesta sólo para obedecer las normas de una sociedad que no está acostumbrada a dejar salvaje lo que sirve de alimento al hombre, fuentes de inagotable misterio, esculturas del milagro. Amigas, por cierto, de los sujetadores deportivos, que te ayudan a mover sólo aquello que es preciso y no te torturan.
A veces no llevo sujetador. No me da la gana.
Y si me hago viejita y me reúno con cien viejitas y dejamos nuestras tetas al aire, todas, absolutamente todas, van a caer hacia abajo, van a derretirse con el tiempo, van a contar la historia de su vida con estrías y arrugas. Hayan llevado sujetador o no. Así que, digo yo que será mejor que empecemos a querernos, a dejarnos en paz, a mandar al carajo a todos, a venerar de verdad lo que significa tener un cuerpo que late y quiere seguir latiendo.
Porque… llevemos sujetador o no, el mundo no va a estar a nuestro favor; vamos a seguir sufriendo acosos y salpicones de babas; la moda, la estética y el poder van a seguir mostrándonos como reflejos a unas mujeres lisas y apretadas, con las tetas en la boca y los culos en la nuca. Todos vamos a seguir alabando la palabra perfección de la misma manera porque somos necios, monigotes, alienados de este mundo contemporáneo. Lo de siempre.
Por eso… ¡No te pongas sujetador si no quieres, mujer inteligente! ¡Y pregúntate por qué te lo pones cuando te lo pongas! ¡Sé consciente y actúa en consecuencia! ¡Libres domingos y domingas! ¡Tetas cómodas, con o sin leche, y al poder!
A veces no llevo sujetador. No me da la gana.
Y aunque sepa que sola no voy a conseguir cambiar nada, lo escribo. Por si resisten eternas las palabras. Por si mi hija, o la tuya, algún día quieren saber todo lo que realmente hay dentro de la cabeza de una mujer. Y eso, como podéis ver, sí que me da la gana.
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