Sudar como un pollo tiene solución
La pesadilla tiene nombre: hiperhidrosis. Las manos húmedas y los ronchones en las axilas tienen los días contados gracias al botox, láser o las microondas
No dar la mano al saludar, vestir siempre de negro y con ropas holgadas o no levantar los brazos nunca. Todo ello por vergüenza y no por elección. Así viven muchas de las personas que padecen hiperhidrosis o sudoración excesiva, entre las que se encuentra Roberto. Profesor y padre de una hija, confiesa que no ha llevado una vida fácil por culpa de su problema. Su sudor excesivo en las manos le hacía ser retraído, rehuir el contacto físico e incluso personal para evitar burlas e inseguridades. Roberto no está solo. Según la International Hyperhidrosis Society al menos 220 millones de personas la padecen, un 3% de la población mundial.
¿Hasta qué punto puede ser esto un impedimento para una vida diaria normal? Existen diferentes grados de esta enfermedad, del uno al cinco (de más leve a más grave) y, dependiendo de la zona del cuerpo afectada, puede llegar a alterar al paciente en diferentes aspectos de su día a día. Según un estudio de la Clínica Liberty, el 58% de las mujeres piensa que sudar excesivamente en público es peor que sufrir obesidad y un 47% de ellas preferiría tener acné.
"Definimos el problema como un aumento de sudoración que molesta a las personas en su quehacer diario, pero no es lo mismo si eres albañil, que relojero o flautista", afirma el dermatólogo y profesor titular Ramón Grimalt: "No es nuestro trabajo decir si una persona está enferma o no, sino si a alguien le molesta este problema, intentar ayudarle según sus circunstancias". No tiene un origen definido en la mayoría de los casos, pero sí tiene que ver con una disfunción del sistema nervioso. "No está provocado por los nervios ni la ansiedad, pero éstos la empeoran".
No hay diferencia de sexos
Aunque sudar es un proceso natural del cuerpo, el problema viene cuando es molesto y visible. Las áreas más comunes en las que suele concentrarse son axilas, palmas de las manos, plantas de los pies, zona facial o el cuero cabelludo. Un trastorno que sufren por igual ellos y ellas aunque, según afirma el doctor Grimalt, "trato a más mujeres que hombres, porque les suele molestar más. Yo creo que es más un problema de preocupación social que de reflejo de la realidad".
Puede surgir en cualquier momento de la vida, pero tiene dos picos de edad: al nacer o en la adolescencia. En estos casos suele tener una relación muy estrecha con la genética, ya que en el 40% de los casos existen antecedentes familiares. "Las otras hiperhidrosis son las que conocemos como secundarias y pueden aparecer a lo largo de la vida, por ejemplo, en la menopausia o con alguna enfermedad como el hipertiroidismo", confirma el doctor Grimalt a ZEN.
Sudar no es oler mal
En muchas ocasiones se relaciona la sudoración excesiva con el mal olor y son dos situaciones que no tienen una relación directa. "El olor molesto, que llamamos bromhidrosis, en realidad es debido a la colonización bacteriana del sudor una vez ya ha salido del cuerpo". La secreción cuando sale del cuerpo no huele, sino que es el contacto con los gérmenes de la piel lo que le da ese olor.
Láser, bótox o cirugía
¿Qué hacer para combatirlo? Además de cuidarse y acentuar la higiene, el remedio principal para este problema son los tratamientos tópicos, compuestos principalmente por cloruro de aluminio que tiene una función antitranspirante. Si el paciente no tiene suficiente con esto, se pasaría a los medicamentos orales, entre los que se encuentran los betabloqueantes o inhibidores.
Existe un plan B en el caso de que no sea suficiente con los fármacos: el botox. La proteína botulínica no sólo es un aliado contra la vejez, sino que se usa también como remedio contra la hiperhidrosis. Se inyecta sobre todo en el caso de las axilas, pero sirve en otras partes del cuerpo incluso en la cabeza. Aunque es una de las técnicas más usadas no tiene efecto duradero, su eficacia desaparece a los siete o nueve meses. "No es doloroso y es efectivo".
Entre el amplio abanico de opciones está la iontoforesis, una técnica fácil de usar gracias a un aparato que el paciente se compra y utiliza en casa. El mecanismo emite unas pequeñas descargas eléctricas a través del agua que "desactivan la glándula sudorípara" de tal forma que impide que se transpire por esa zona. Otra técnica más reciente es el láser. En España se usa el sitema MiraDry que funciona a través de microondas y cuya función es eliminar las glándulas de la axila.
Simpatectomía, "el rey de los tratamientos"
Si esto no es útil para el paciente, un paso más serían las técnicas quirúrgicas. Una de ellas es la extracción parcial de las glándulas axilares. Consiste en hacer dos pequeños agujeros en las axilas por los que se extraen las glándulas sudoríparas, "es muy eficaz si el médico tiene experiencia y habilidad, ya que se hace a ciegas. Es complicado quitar las glándulas sin verlas, porque no abres la axila".
Otra técnica que requiere bisturí y en estos momentos es "el rey de los tratamientos" es la simpatectomía torácica. El cirujano Álvarez Kindelán afirma que su eficacia es mayor en el caso de manos y axilas, pero "el efecto sobre la sudoración excesiva en los pies es limitado y sólo un 20% de los pacientes nota mejoría de estos síntomas", comenta Álvarez Kindelán.
Se trata de una operación que también se lleva a cabo a través de la axila, pero el cirujano puede ver lo que ocurre en vídeo. "En esta ocasión lo que se hace es eliminar el nervio simpático", el encargado de regular la sudoración corporal. Tiene una alta eficacia, pero existe el peligro de que el paciente sufra hiperhidrosis secundaria o compensatoria tras pasar por el quirófano.
Sudoración compensatoria
Este tipo de hiperhidrosis surge en algunas personas que, tras la intervención, dejan de sudar por el área en cuestión y su transpiración aumenta en otra parte del cuerpo, como un río que busca un nuevo cauce. Muchas veces no supone un problema. "Una chica violinista sudaba relativamente poco por las manos, se operó y quedó encantada pero tenía que vestirse de un modo especial para los conciertos porque siempre salía con la camisa chorreando", comenta el doctor Grimalt. Sin embargo, en otras ocasiones el remedio puede ser peor que la enfermedad.
Los pacientes con sudor compensatorio suelen aumentar su transpiración en la zona de la espalda y la barriga. "Recuerdo el caso de otra paciente, una modelo, que sudaba en las manos y eso le molestaba para las entrevistas. La operación le provocó que tuviera que dejar el trabajo. Para su oficio era mejor sudar por las manos que mojar la ropa". Por ello, los expertos consultados por ZEN recomiendan valorar los riesgos y alternativas antes de pasar por el quirófano. Hay opciones para todos los gustos, así que ya no tiene por qué sufrir más la pesadilla de Camacho en el Mundial de 2002.